Ben respiraba de forma irregular y una fina capa de sudor cubría su frente.
— Sabes que la ceremonia es en menos de dos horas, ¿verdad? — le pregunté al advertir su aspecto. Iba vestido con ropa de deporte y parecía que acababa de correr una maratón.
Tras soltar un bufido de exasperación, se echó el pelo para atrás y caminó hacia el cetro de la habitación.
— Lo sé.
La cama seguía sin hacer y su perfume inundaba cada rincón de la estancia. Paseé la mirada curiosa entre sus pertenencias. Vi que había una burra con dos trajes colgados de ella. Supuse que uno de ellos era el que usaría.
— No me digas que no te has decidido por cual quieres ponerte — le dije, caminando hacia allí mientras alzaba las cejas e inspeccionaba las dos opciones —. Parecen idénticos—. Sonreí al ver los complementos que había en su mesita de noche. Además de una exagerada cantidad de anillos, había una corbata del mismo tono que el esmoquin. La tomé entre las manos y la levanté para verla mejor —. La verdad es que no te imagino llevando esto.
Escuché sus pasos tras de mí y me giré, perdiéndome en la profundidad de su mirada antes de que me quitara la prenda y la dejara sobre la mesa. Entonces, me tomó de la mano y los fuegos artificiales comenzaron en la base de mi vientre. Se me puso el vello de punta e intenté mantener las hormonas bajo control cuando la calidez de su cuerpo traspasó la frontera del mío.
— Escúchame con atención — susurró, serio y mordaz, posando nuestras manos unidas sobre su pecho. Tragué saliva y mis ojos se oscilaron entre sus ojos y sus labios entreabiertos. Estaba peligrosamente cerca —. Me tienes que prometer que lo que vas a ver ahora no saldrá de aquí.
Sus pupilas penetrantes también se posaron fugazmente en mis labios. Tragué saliva y di un paso para atrás, deshaciéndome de su agarre y poniendo distancia entre ambos. Le di la espalda y me toqué las mejillas con la palma de la mano. Estaban ardiendo. Benjamin Hardwicke tenía la capacidad de encenderme en escasas décimas de segundo.
— Suéltalo de una vez — mascullé—. Sabes perfectamente que nunca me voy de la lengua.
Sin decir ni una sola palabra, se dio la vuelta y caminó hacia el extremo opuesto de la habitación. Se detuvo frente a la puerta que separaba el dormitorio del cuarto de baño. Se seguía escuchando el eco de un grifo abierto al otro lado.
Ben posó la mano en el pomo y me observó una última vez antes de abrir. A esas alturas, era un manojo de nervios.
Crucé el umbral de la puerta justo después de él. Al entrar, estudié el baño con cautela. Era una copia exacta del que había en mi habitación. Ahogué un grito cuando, al fijar mi mirada en la bañera, descubrí que el cuerpo de Marc estaba en su interior, hundido entre agua y espuma. Corrí a su encuentro y me arrodillé a su lado, tocándole la frente. A pesar de la temperatura helada del agua, él estaba ardiendo.
— ¿Qué demonios le ha pasado?
Ben rescató una botella vacía del suelo y la zarandeó como respuesta.
— Quiero más Bacardí — masculló entonces Marc.
Al enfrentarlo, vi que tenía los ojos entreabiertos. Me enfureció ver el estado de embriaguez en el que se encontraba. Lo agarré por los hombros e hice que se levantara un poco.
— Lo único que te vas a beber será una buena taza de café — le espeté. El enfado fue en aumento al comprobar que no se había ni inmutado. Sus ojos se comenzaron a cerrar, por lo que le propiné una cachetada que lo despertó de golpe —. Como arruines el día de Abby y Roger, te juro que me encargaré de que no puedas tener descendencia.
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Efectos secundarios [2.5].
RomanceGala no sabe si es buena idea asistir a la boda de Abby. El motivo principal es que se reencontrará con su ex tras más de un año sin saber de él. Una boda. Una gira. Una nueva propuesta. ****** Secuela de Efecto Hardwicke. Inicio: 15/10/21 Finali...