Capítulo 11

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— Siéntate aquí — le susurré a Marc al oído.

El jardín estaba repleto de amigos y familiares. La mayoría ya habían tomado asiento y la expectación de ver llegar a los novios se palpaba en el ambiente.

Roger estaba de pie junto al altar. No dejaba de mover las manos y sus labios manifestaban su estado de ánimo con una sonrisa evidentemente inquieta. Estaba guapísimo, enfundado en un traje negro, con un chaleco del mismo color y una corbata azul oscuro que resaltaba el tono de sus ojos.

Busqué a Ben con la mirada e intenté controlar el cúmulo de chispazos en mi vientre cuando advertí que estaba recorriendo mi silueta sin disimulo. Entrecerré los ojos y di un paso al frente, reduciendo la distancia que nos separaba y llamando su atención con un chasquido de dedos.

— Este color te sienta muy bien — masculló, echándose el pelo para atrás a continuación.

— Gracias—. Carraspeé para disimular la reacción que me había producido su escrutinio—. Te dejo al mando. Tengo que ir a ver a Abby —. Posando una mano en su hombro, me elevé levemente en su dirección —. Procura Marc que no se meta en problemas.

Volteó su rostro hacia el mío y nuestras miradas se encontraron. Su fragancia personal penetró en mi sistema. Todo pareció detenerse a nuestro alrededor y me quedé sin aliento cuando lo vi levantar la mano de soslayo, yendo de camino a mi rostro. Mis mejillas ansiaron su toque incluso antes de que se produjera.

— Gala — exclamó alguien, y Ben y yo nos volteamos a la vez. Vicky nos observó durante unos segundos, estudiando nuestra postura cercana. Llevaba a Emma entre los brazos, quien al vernos estiró las manos en nuestra dirección —. Abby te está buscando.

— Benny — exclamó la niña, claramente entusiasmada.

No pude evitar dibujar una sonrisa enternecida al ver como Ben la cogía en brazos y le plantaba un beso sonoro en la mejilla.

— Lo sé — contesté, aún con el pulso acelerado y la boca seca —. Ahora mismo estaba a punto de ir a verla.

— Pues date prisa. Está a punto de salir.

No me pasó desapercibido el tono amargo de sus palabras, ni el modo en el cual rodeó uno de los brazos de Ben. Fruncí el gesto y le dediqué una mirada desafiante. Sin embargo, decidí ignorar la inquietud en la base de mi estómago y me encaminé hacia la habitación de la novia.

— ¿Dónde demonios estabas? — me abordó Abby al verme cruzar el umbral de la puerta.

Tras saludar a sus padres y a las chicas, la tomé de la mano y le di un apretón que pretendía ser tranquilizador.

— Lo siento — me disculpé —. Ha habido un imprevisto, pero ya está todo bajo control. No hay nada de lo que debas preocuparte. Va todo según lo planeado.

Tras cerciorarme de que se había tragado mis palabras, abandoné la estancia con el resto de las damas de honor.

— ¿Va todo bien? — quiso saber Penelope mientras caminábamos hacia el jardín.

Me mordí la lengua y dibujé mi mejor sonrisa fingida con los labios antes de asentir. Odiaba mentir. Sobre todo, en ese tipo de situaciones. Lo había hecho por mi hermano cuando él me lo pidió años atrás y las cosas no habían tenido un buen desenlace.

Al llegar, ocupamos nuestra posición al lado opuesto del altar. Los padrinos del novio también estaban allí. La tensión se apoderó de mi cuerpo cuando Summer se acercó a Marc y le susurró algo al oído. A decir verdad, no parecía demasiado contenta. Por suerte, él le dijo algo que pareció limar las asperezas y acabó por depositar un breve beso en sus labios.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora