EPÍLOGO

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Erick gruñó frente al espejo del baño. Estaba empañado con gotas secas, porque al parecer nadie limpiaba ahí. El papel higiénico se había agotado y a él le tocaba limpiarse las manos contra su traje azabache. Simplemente perfecto. 

—¡Louis!— bramó, mirando a su alrededor—. Vamos, hombre. ¿Qué demonios estás haciendo ahí dentro? 

Su amigo no contestó. Erick se colocó mejor el pantalón del traje y se apartó del espejo. Cuando se giró, distinguió a un hombre a su espalda, que lo miraba inocente y parecía cohibido ante sus gritos. 

Erick le regaló una sonrisa que todavía pareció aterrorizar un poco más al sujeto, pues terminó corriendo a uno de los cubículos en vez del urinario. 

Definitivamente, Erick pensaba que eso entraba en su muestra de amor más elaborada. 

Joel pagaría por esto. 

Una horda de cantantes, mánagers, acompañantes y a saber qué más, entró al baño entre risas algo alcoholizadas. Ya llevaban dos horas de entrega de premios, lo que había conseguido desesperar a muchos. A él incluido. 

Odiaba las entregas de premios. Lo que más odiaba, sin duda, eran las alfombras rojas. Habían millones de cámaras y millones de personas interesadas en sacar la peor imagen de él. Por el amor de Dios. Erick no sabía cómo podía Joel soportar tanto. 

Desde que Joel salió del mundo del entretenimiento, ambos se habían escondido bastante. Las cámaras los persiguieron al principio, claro. Erick sabía que pasaría. No había sido un problema acostumbrarse a tener noticias suyas en el trabajo, o ponerse gafas de sol cuando iba a Londres a visitar a su hermana y a su madre. Lo que sí fue realmente jodido fue acostumbrarse a tener un muermo pisando sus talones, como si fuera su propia sombra. 

Para ser honestos, ni siquiera duraron cuatro meses persiguiéndolo. Vamos, ¡Él no tenía absolutamente nada que contar! Su vida seguía siendo igual de monótona, trabajando en AP y cenando cada sábado en casa de Louis y Harry. 

También afectó que Liam hacía bien su trabajo y demandara una privacidad para su persona que debió ser demoledora. Erick no estaba hecho para el ojo público, y la prensa pronto lo supo. Que Joel se hubiera alejado radicalmente de las cámaras, acentuó ese punto de vista y les dio una privacidad que ambos valoraban. 

Pero, venga, que ya llevaban dos años juntos y aún era un poco raro todo eso. 

Erick se sorprendía descubriendo cosas nuevas alrededor de Joel. Cada día era como renacer, junto a un hombre que le robaba las estrellas al cielo y las guardaba en la almohada de Erick para que fuera lo último que viera antes de dormir. Y Erick no podía estar más malditamente enamorado. 

Va, se encontró sonriendo inconscientemente cuando Louis salió del cubículo, con su traje azul cielo y su barbilla alta con poderío y algo de prepotencia. Su amigo le guiñó el ojo y se encaminó hasta los lavamanos, en donde se lavó con jabón, rodeado de otros hombres. 

Y, de pronto: 

—Hey, tú eres Louis Tomlinson, ¿Cierto? Dios, soy demasiado fan.

Erick giró los ojos. Louis, por supuesto, deslizó esa sonrisa sarcástica en sus labios y asintió sin despeinarse. 

—Claro, mi amor. ¿Foto o autógrafo, cielo? 

Él le regaló una sonrisa irónica y salió del baño sin esperarlo. Para ese entonces, Louis había aceptado un pañuelo de alguien y se encontraba posando como un actor formal entre esos artistas reconocidos. Sí; la película fue un éxito y Harry y Louis reventaron el estrellato. 

Un reflejo del amanecer || Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora