16

631 66 43
                                    

“El diablo tenía luceros dulces, y el ángel dos joyas esmeralda.
Todo era incierto para el demonio.
Mientras él tocaba al ángel, este lo tocaba a él.
Y nunca nadie había tocado antes al diablo.”

(...)

Erick se encontraba tumbado en la cama de Louis y Harry. Miraba el techo, mientras jugueteaba con un anillo que encontró en la mesita de noche. 

La habitación era parecida a la suya. También contenía un baño idéntico, más la distribución del lecho era diferente. Ellos tenían una sola ventana que mostraba el pueblo y la piscina. Además, la cama estaba en un lateral y los muebles enfrente, a primera vista nada más entrar. 

Estaba sólo con Louis, que se encontraba recogiendo algo de ropa desparramada. Su amigo hablaba con voz demasiado estridente para su gusto; aunque no era nada raro en Louis. 

—Y luego apareció un dragón. Un dragón, Er. ¡Me tiró fuego! Ha sido la peor pesadilla de mi vida... 

—Lou, nunca has temido a los dragones.

—¡Porque no los había visto en sueños! ¿Y si eso significa algo? Ay madre… ¿Y si tengo el poder ese de ver el futuro mediante los sueños? 

Erick alzó la cabeza y lo miró desde ahí. Louis había detenido sus movimientos y lo miraba escandalizado. 

—Los dragones no existen, Louis. 

—¡Porque no los hayas visto no significa que no existan! ¿Alguna vez has visto a un ornitorrinco? 

—No compares a un ornitorrinco con un dragón, por favor— dijo y dejó caer de vuelta su cabeza. 

—¡Nunca has visto a un ornitorrinco y sabes que existen! ¿Qué es esta horrorosa manera de denigrar a los dragones? 

Louis siguió doblando su ropa y Erick suspiró, con los luceros suavemente cerrados. 

—¿El dragón te mató al final o…?

—No— comentó Louis—. Pero fue porque me desperté antes. 

—¿Qué dijo Harry?

Louis bufó. 

—Ha sido una noche muy larga… 

Erick se quedó en silencio hasta que, joder. 

Saltó de las sabanas y dejó caer el anillo, que rodó por el suelo a saber dónde. 

—No acabas de hacer eso. ¡No acabas de jodidamente dejar que me tumbe en esas sábanas! 

Louis abrió sus ojos de más y apretó los labios entre sí para reprimir una carcajada. Erick pudo perfectamente derretirse del pudor que le daba la situación. 

—¡Louis Tomlinson dime ahora mismo que es una maldita broma! 

El ojiazul estalló en risas agudas y Erick le pegó en los brazos, esperando respuestas. Louis soltó la ropa y se aferró a él, dejando besos rápidos en sus mejillas. 

—Cambié las sábanas por la mañana, Er. Tranquilo, amor. 

—Te odio. Te odio tanto…

—No lo haces— aseguró y se inclinó para estrujarle el trasero, antes de seguir con su tarea mientras tarareaba una canción de Rihanna

Erick decidió, por su bien, no acercarse de vuelta a la cama. Comenzó a buscar el anillo por el suelo, que contenía una alfombra de pelo que bien parecía burlarse de él y complicarle la tarea de la manera más sádica y mortal. 

Un reflejo del amanecer || Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora