“Quién dijo que un accidente podía terminar así, totalmente consciente de que eres lo que desea mi mente.
Te seguiré la corriente hasta que perdamos a nuestro referente; hasta que tú y yo no digamos algo coherente.
Si crees que es imprudente, entonces tienes que saber que lo que siento no es algo reciente.”(...)
Tras su primera noche en Grove, Erick solamente tenía una duda que de manera rauda se estaba convirtiendo en algo existencial:
¿Por qué su colchón no estaba considerado la octava maravilla del mundo?
¡Y era en serio! De verdad, acogía los músculos de su espalda como un abrazo reconfortante. No era ni demasiado blando ni demasiado duro, simplemente perfecto. Sin muelles o defectos sueltos. Perfecto.
¿Entonces por qué se había levantado tan pronto?
El sol ni siquiera entraba completamente por sus ventanas. Por ninguna de las dos ventanas. Estaba nublado, pero se veía un ligero conjunto de colores amarillentos, anaranjados y bermellón contra el horizonte, que se fundían entre sí para convertirse en luz y entrar a molestarlo.
Sin concentrarse demasiado— tapado con sus sábanas de seda blanca y ligero relieve de puntitos como adorno en los laterales—, podía escuchar el ligero sonido del mar y de algunos pajaritos a la distancia.
Él no podía imaginar que iba a despertar así por una larga temporada. No sabía qué había hecho para merecer algo similar. O mejor aún: no sabía qué habían hecho sus amigos para merecer algo así.
Erick respiró profundamente y se sentó en la cama. Ese día hacía algo de frío.
Se liberó de las sábanas y caminó hasta el armario. Era un logro personal tener todo perfectamente colocado en los estantes y en las perchas. Debía agradecerle de vuelta a Christopher cuando lo viera.
Sacó una sudadera de color gris y se la puso bajo su pijama. El pantalón que llevaba era uno ancho, de un tono rosa pastel que casi parecía blanco.
Estaba convencido de acostarse de vuelta, así que caminó hasta la cama y destapó las sábanas para entrar. Sin embargo, al mirar por la ventana, algo se lo impidió.
Erick frunció el ceño y se acercó hasta la ventana.
En la soledad, de pie simplemente mientras admiraba el horizonte y el despertar perezoso del sol; había una figura con los pies enterrados en la arena blanquecina y las manos guardadas en los bolsillos de su sudadera color cian.
Desde su posición Erick no veía demasiado, pero era imposible no descubrir de quién se trataba.
Joel estaba ahí parado, solamente mirando el mar él solo como si fuera suficiente, como si no hubiera visto absolutamente todo antes. Porque, venga ya; actualmente ser una estrella del pop viene con muchas más cosas que un título y canciones conocidas.
Seguramente Joel habrá estado en las mejores fiestas, con las personas mas importantes. Habrá visto cualquier cosa, desde arte plasmado a alcohólicos devastados. Habrá tenido las propuestas más descabelladas. Tal vez drogas, tal vez orgías, tal vez con personas demasiado grandes… ¿Quién sabe?
Era algo tenebroso, si lo pensabas de esa manera.
Que Joel simplemente te dirigiera la mirada. Eso ya era tétrico. Había visto a tantas personas… ¿Qué debería pensar? ¿Se sentiría igual al mirar a alguien más y descubrir algo nuevo? Seguramente no le importaría absolutamente nada. Erick estaba seguro de que Zabdiel le recordó los nombres de todos cuando Tyler los trajo desde la estación. ¿Quién se acordaría de unos simples nombres cuando había millones detrás?
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Un reflejo del amanecer || Joerick
FanficErick acude a la mejor universidad de Portland en su último año estudiando periodismo. Allí descubre que Christopher Vélez tiene sonrisas eternas y es hijo de un cazatalentos mundialmente conocido, que Richard Camacho posee una inocencia desmedida y...