“Tu calor me derrite en esa diminuta morada.
Es una amarga llamarada, que conduce con tu mirada una senda dorada. Bosque y playa, siempre la mejor temporada.
España y alcohol. Sal y tu inocencia sagrada.”(...)
Habían llegado sus vacaciones de Pascua, en donde en un principio viajaría a Londres de vuelta durante dos semanas, más ese año sus planes cayeron al vacío.
Daysi le dijo que estaba en Japón. Erick no sabía con qué dinero ni mucho menos con qué derecho su madre había decidido irse en esa ocasión. El caso era que Daysi no pensaba estar en Londres para esa temporada.
Así que Erick lo comentó con Louis y le dijo que esa vez no iría. ¿Qué hizo su mejor amigo? Se auto-invitó a Portland para pasar las vacaciones de Pascua con él.
Y Erick no creyó que hubiera una idea mejor, así que lo aceptó porque tenía unas malditas ganas infinitas de volver a ver a Louis. Con ello, invitó a Harry también.
Eso explicaba por qué se encontraban Christopher y él en ese momento ahí; en el aeropuerto repleto de Portland, recién terminados de sus últimas clases y con un historial repleto de faltas sin justificar.
—Una vez leí que el dinero negro quita las incidencias... ¡Puff! Ya no están. Nunca existieron.
Erick le dedicó una mirada por encima del hombro y negó con la cabeza. Le había costado alrededor de dos días convencer a Chris para que se pusiera una camisa normal y un pantalón menos elegante.
Tyler respiró con intensidad detrás de ellos y se inclinó para hablarles entre el barullo de los pasajeros.
—Eso era en Irlanda, Christopher. Aquí las faltas se quedan sin justificar.
Chris se giró a mirarlo y abrió la boca con sorpresa.
—¿En serio, Ty? Menos mal que hacemos los deberes, porque sino nos echarían…
—No me puedo creer que Tyler te siga haciendo los deberes...— murmuró él con pesar.
Christopher abrazó a Tyler de manera infantil. El chofer suspiró y lo rodeó con un brazo, dándole ligeras palmaditas en el hombro.
—Lo hacemos juntos. Tyler dice que sino yo no aprendo.
Erick miró a Tyler con las cejas alzadas. El hombre abrió su boca para contestar, con la vista fija al frente. Se rehusó, pues la cerró de inmediato y dio unas nuevas palmaditas en el hombro de Chris.
Erick soltó una carcajada e inclinó su cabeza hacia atrás.
El panel de idas y llegadas brillaba anunciando la llegada de los ciudadanos londinenses. Él tenía demasiadas ganas de ver a Louis y también a Harry, que desde aquella fiesta había estado escribiéndole para contarle cualquier avance y pedirle toda clase de consejos.
Entre la gente que salía como una bruma espesa por la salida número tres, Erick detectó a un enano de cabello revuelto que sostenía una bolsa contra su hombro y a un gigante, similar a un príncipe, que cargaba una mochila a su espalda.
Él sonrió sin contenerse y se acercó hasta ellos, salteando a las personas que como él iban a ver a sus familiares o amigos.
Cuando Louis lo detectó entre la marea, dibujó una sonrisa inconsciente y brillante en sus labios finos y caminó con más velocidad hasta encontrarse con él.
—¡Bienvenidos a Portland!— chilló, antes de fundirse en un abrazo eterno con Louis.
Su mejor amigo soltó una carcajada en su oreja y lo apretó con más fuerza. Erick le devolvió el apretón, mientras sentía a Chris caminar hacia ellos.
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Un reflejo del amanecer || Joerick
FanfictionErick acude a la mejor universidad de Portland en su último año estudiando periodismo. Allí descubre que Christopher Vélez tiene sonrisas eternas y es hijo de un cazatalentos mundialmente conocido, que Richard Camacho posee una inocencia desmedida y...