S a r a
Londres/ Marzo
Dos semanas de ir y venir a la editorial, dos semanas sin tener una noche completa para dormir, días sin poder parar.
Gen, mi jefa, me llamó esta mañana para decirme que tenía que mandar la portada antes del mediodía. Eran las cinco de la mañana cuando su llamada me despertó.
Ahora estoy tratando de relajarme y tomar este viernes con un poco de paz. Mi mente aún sigue pensando en el trabajo, he hablado poco con mi hermana y eso me pone más ansiosa. Temo a enfrascarme en una rutina que no disfrute. Soñé con esto, lo tengo, y ahora estoy aquí aguantando todo hasta que tenga un mejor puesto.
La música sigue resonando de tal manera que mi departamento vibra. Quisiera tener unos tapones en los oídos para poder dormir y dejar de pensar.
—¡Dios! —pataleo en la cama con la frustración creciente.
Me pongo un suéter bastante grande que cubre mis piernas lo mejor posible, salgo del departamento con mi teléfono en la mano dispuesta a que esa música se detenga.
Toco el timbre una vez. Dos veces. A la tercera abre la puerta una chica en pijama también.—Hola, pasa —dice.
—No, solo quiero que le bajen a su ruido.
—¿Qué?
—Que apaguen su maldita música —grito impaciente.
—Gardenia, ¿Quién era? —lo que me faltaba—. ¡Hey! Hola.
Matías de pie en la puerta con una taza en la mano y en pijama, me da más dolor de cabeza.
—Hola —respondo—. Bajen el volumen de su música, por favor.
Me doy la vuelta pero una mano se aferra a mi brazo logrando que me detenga. Matías cierra la puerta y el sonido se enfrasca en el departamento de tal manera que no se escucha tan fuerte.
—¿Estás bien?
—Su música no me deja dormir.
—Son las nueve —dice.
—Hay personas que necesitamos dormir temprano porque nuestra vida es una mierda si nos quedamos despiertos.
—Está bien, no es mi culpa tampoco, no soy dueño del departamento —comenta. El frío me hace cruzar los brazos—. George vino con su esposa, su hijo pequeño pidió que pusiéramos música.
—Solo bajen el volumen —le doy la espalda, nuevamente me detiene.
—¿Estás bien? —pregunta, aún con la mano en mi antebrazo—. Te noto enfadada.
—Lo estoy. Pero no contigo, ni con tus amigos.
—Entonces tuviste otro día malo.
—Días complicados.
—Somos dos —dice.
—¿Tu jefe está terminando con tu paciencia?
—No. Mi gato está enfermo —contesta—. ¿Tu gato está enfermo?
—No tengo uno. ¿Qué tiene tu gato? —ahora que lo observo, tiene ojeras profundas y una palidez no muy normal.
—Según el veterinario es solo una infección intestinal.
—¿Tu también te contagiaste? —joder, desearía tener una cerradura en la boca.
—No ¿Por qué?
—Te ves horrible.
—Tú también —dice sonriendo de lado—. Vete a dormir, yo le digo a Logan que apague la música.
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Ilústrame, píntame y no me dejes [En Edición] (COMPLETA)
Teen Fiction-Pienso que el amor es de las ruletas más arriesgadas de la vida, y cayó en mi casilla haciendo que me enamorará de un Londinense castaño, ojos marrones y con labios jodidamente antojables -cerró los ojos y rocé sus labios temblando-, que además me...