Capítulo 52- S a r a

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S a r a

Londres/ Junio.

Me duelen los pies, la cabeza, y tengo cólicos y hambre. Entré a mi departamento casi arrastrando mi bolso. Me siento tan cansada e incómoda.

Casi de inmediato me meto a la ducha y cuando el agua tibia corre por mi cuerpo siento una paz insuperable, el olor del acondicionador me relaja, desde que salí de la editorial me urgía ducharme y desestresarme.
Esta mañana fue tan caótica que no tuve mucho tiempo de procesar. Tampoco quería pensar demasiado en lo que dijo Carla, creo que la chica es sobreprotectora y arrogante, sin embargo algo me decía que así era; físicamente es muy guapa, es muy parecida a Matías. Su actitud es extraña, pero comprensible. No dudo que Carla sea inteligente, divertida y buena, tampoco dudo de que sea arrogante, soberbia y calculadora. Tal vez me agrada, solo un poco.

Salí de la ducha, me puse mis cremas y pasé con agua una cápsula para quitarme los cólicos menstruales. Decidí también ponerme cómoda, así que solo elegí una playera que Cris me regaló en mi cumpleaños, tiene a Batman, no me puse pantalón. Entre a la cocina con la intención de prepararme algo saludable de comer, un bote de helado se cruzó en mi camino. La masa de galletas aún estaba en el bowl, la ignoré, y anoté en mi cabeza hacer las galletas esta noche, si es que la masa aún sirve.

Me senté en el sofá con el tarro de helado entre las piernas. Hace días o semanas que no hago ejercicio, eso me afecta más de lo que crees. Cuando tu cuerpo se acostumbra a liberar cierta cantidad de energía diaria ya no hay vuelta atrás, sientes la necesidad de hacer alguna actividad física. Igual el ejercicio siempre ayuda con la ansiedad, pero últimamente no tengo energía para hacer ejercicio, ni salir a correr, y no me obligaré.

Me como el helado en silencio. Veo mi celular y contesto mensajes de mi hermana, también veo uno de Alan. Lo ignoro, llevo días ignorando sus mensajes, no me interesa lo más mínimo saber de él.

Trato de concentrar mis pensamientos en otra cosa que no sea la conversación que tuve con Gen, mi jefa; decido sentarme en el piso, tal vez eso ayude a que deje de pensar tanto. Intento leer un libro mientras me meto cucharadas enormes de helado, no lo logro. Quiero pensar en la oferta de Gen, sin embargo también quiero un poco de paz, tengo todo el fin de semana, y dos meses, para pensar en mi respuesta. Hoy solo quiero descansar.

Pienso en la nueva vida de Cris, que está más feliz que nunca, dice que probablemente morirá de estrés por la universidad, prefiere tener que esforzarse el doble a pedirle dinero a mi madre. Yo le he enviado un poco, sin que ella lo note porque conozco a Cris y sé que lo rechazará. Las chicas con quienes vive son muy buenas personas, aunque un poco fiesteras y algunas noches mi hermana no logra dormir bien por su culpa. Cris sacrificaría su vida social por la escuela, a ella realmente le gusta estudiar y es muy inteligente. Se merece todo lo bueno.

Mi celular vuelve a vibrar, lo veo, son mensajes de Alan. ¡Es tan odioso! Creo que cree que podemos tener sexo por videollamada.

Estoy por acabar el helado cuando alguien toca la puerta. Suelto un suspiro. ¡¿Que no puedo tener un minuto de paz?!

Dejo el helado junto a mí teléfono, voy sigilosamente a mi puerta y veo por la mirilla. Abro la puerta despacio para solo dejar ver mi cabeza, baje mi playera que es suficientemente larga para no mostrar mi ropa interior.

—Hola —saludé a Matías sonriendo. Abrí totalmente la puerta, Matías me recorrió con la mirada un par de veces. Viste con una playera verde esmeralda, supongo que es seda. Se ve bien, siempre se ve bien.

—¿Estabas teniendo una pijamada sin mí?

—Si, con mi amigo invisible. ¿Qué haces aquí?

—Logan me pidió que viniera y decidí pasar. ¿Qué hacías?

Ilústrame, píntame y no me dejes [En Edición] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora