Capítulo 72- S a r a

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S a r a

Londres/ Julio

Cuando salí del baño miré a Matías sentado en el sofá con la televisión encendida y viendo una caricatura. Envuelta en una manta, y con una de sus pijamas puesta, me dejé caer a su lado.

—Prepare té —dijo.

Miré ambas tazas humear sobre la mesa, tomé una y le di un sorbo, es de limón y bastante dulce. Dejé caer mi trasero en el extremo opuesto de dónde está Matías.

—¿Por qué estás viendo eso? —señalé la televisión. Una rara botarga verde cantaba una canción sobre la higiene.

—Son los Teletubbies.

Le presté atención al programa observando luego los demás personajes coloridos, casi para todo cantan y bailan, como si todo estuviera espectacularmente bien. Llegué a conclusión que son horrorosos.

Miré de nuevo a Matías quien sonreía cuál niño de tres años.

—¿Te gusta eso?

—Son entretenidos —contestó tomando de su taza y volviendo a dejarla sobre la mesa.

—Son perturbadores y horribles. ¿Tus padres te ponían eso cuando eras niño?

—Si.

—¿Y te siguen gustando?

—Si —lo miré incrédula—. ¿Qué? Son bonitos. El morado es mi favorito. Tinky Winky.

—¿Tinky Wiki?...

—Winky, Sara. Con N.

Lo miré sería sin saber si hablaba en broma. ¡Obviamente no es broma! Joder, me cago en Dios.

—¿Qué me ves?

—Nada —nunca pensé ver a este hombre entretenerse con una caricatura para niños, cuento con poca capacidad y entendimiento mental para encontrar eso divertido.

Terminé el té tratando de encontrarle forma a las botargas coloridas. ¿Que se supone que son? Seguramente solo botargas ridículas.

—Cuando tengas hijos no les pongas esta mierda, los volverás locos —le murmuré—. ¿Tinky Triki? Los productores no se esforzaron mucho en escoger nombres.

—Es Winky. Y es un programa para niños, obviamente no hablarán de política y conspiración alienígenas.

—Pienso que estás caricaturas vuelven estúpidos a los niños, les hacen creer que por todo tienen que ser felices y que siempre se es feliz —bostecé y encogí las piernas—. Además, en ocasiones, no usan lenguaje inclusivo. Y hablan con demasiado detenimiento, como si los niños no entendieran...

—Entendí tu punto —me cortó. Lo miré, Matías sonrió con una mano bajo la cabeza—. Ven aquí —palmeó su lado, pero no lo hice.

Se recorrió hasta quedar a mi costado, puso mi brazo sobre su hombro y la cabeza en el mío.

—¿No veías caricaturas de niña?

—Supongo, la verdad no lo recuerdo —es verdad.

—¿Cuál es tu caricatura favorita?

—No tengo una. Y dudo que la tenga, la mayoría me aburren.

—Tal vez maduraste muy rápido y eso hace que las cosas de niños te parezcan aburridas. -comentó mirándome.

—¿Me estás psicoanalizando?

—No, solo es mi opinión.

Ahora que lo recuerdo sus padres llegarán el Lunes, en dos días.

Ilústrame, píntame y no me dejes [En Edición] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora