Capítulo 42- S a r a

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S a r a

Londres/ Mayo

Intenté hacer una cena digna, sin embargo ya no tenía mucho en la alacena o el frigorífico. Me di una ducha y en pijama me fui al supermercado a por lo que necesitaba, no hay muchas personas recorriendo los pasillos y me quiero dar mi tiempo escogiendo los productos, el supermercado es terapéutico. Además, necesito hacer mi supermercado ya que mañana tengo que ir a trabajar y no creo tener tiempo para hacerlo después.

Cuándo era pequeña mi madre nunca me dejaba acompañarla a hacer las compras, luego ella dejó de hacerlas y se las encargaba a una sirvienta, el día que por fin pude ir sentí que estaba en el paraíso mercantil. Acepto que en Massachusetts me obsesione con ir al supermercado a comprar cualquier cosa con tal de tener esa experiencia. Gustos estúpidos.

Mientras veo que mermelada escoger el celular suena, contesto la llamada sin prestar demasiado atención al nombre sobre la pantalla.

—¿Si?

—¿Hablo con Britney Spears?

—No, hablas con Dua Lipa —dije sonriendo—. ¿Cuántas horas dormiste?

—Acabo de despertar. ¿Ibas a dormir ya?

—Duerme más, Matías. Y no, aún es temprano para dormir.

—Me desperté porque tenía hambre. ¿Qué estás haciendo?

—Estoy en el supermercado.

—¿Estás en el supermercado a las diez de la noche? ¿Cómo por?

—Quería cocinar algo para cenar, pero no tenía nada —expliqué—. Así que aquí estoy escogiendo la mermelada. ¿Mango o durazno?

—¿No puedes llevar una más común? Fresa, por ejemplo.

—La fresa es aburrida a comparación del mango o el durazno.

Aunque dije eso tomé la mermelada de fresa y la dejé en la canasta. Caminé hasta los cereales, donde me gustaba tomarme también mi tiempo y escoger con sabiduría.

—¿No podías esperar a mañana para hacer las compras? —preguntó Matías.

—No. ¿Qué cenaste?

—Aún no lo hago. ¿Quieres ir a cenar por ahí?

—Estoy en pijama.

—¿Fuiste en pijama al supermercado?

—No tiene nada de malo. Hay mucha gente que también lo hace —cogí un cereal en forma de bolitas blancas y rosas, que tenía un eslogan muy convincente—. Y si, si traigo ropa interior. No iba a venir casi desnuda al súper mercado.

—Realmente era eso lo que me preocupa, tu ropa interior. Entonces, ¿paso por tí?

—¿Cenaremos en pijama?

—No será la primera vez que lo hagamos, además será algo tranquilo.

Lo medite mientras seguía metiendo comida en la canasta, alguna innecesaria, otra muy necesaria, hasta que dije:
—Está bien. Te mando la ubicación del supermercado y espérame en el estacionamiento.

Matías colgó sin decir nada más. Me apresure, no demasiado, en terminar de hacer las compras, y salir del supermercado con mis bolsas de comida.

El estacionamiento estaba casi vacío por lo que encontré su coche rápidamente. Matías estaba sentado sobre el capote y cuando me vio camino a ayudarme con las compras.

—Que cómica te ves —me dijo—. Pareces un teletubi. El amarillo.

—Nunca ví los Teletubbies. ¿El amarillo que tiene de especial?

Ilústrame, píntame y no me dejes [En Edición] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora