Capítulo 9- S a r a

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S a r a

Londres/ Febrero

—¿Se supone que este es mi espacio de trabajo?

—Sé que no es el espacio que esperabas, pero igual no pasarás mucho tiempo aquí, te lo digo porque la mayoría de diseñadores trabajan desde casa, les parece más cómodo —contesta Xóchil.

—Eso me mencionó la chica que me arrancó el contrato de las manos —observo el pequeño cubículo que solo tiene una computadora de escritorio y una impresora.

—Esa chica es nuestra jefa.

—¿Qué? Pero ni siquiera me dirigió la palabra, ni un hola, nada —digo incrédula.

—Gen es así. Un poco presumida y neurótica, tendrás que adaptarte a sus cambios de humor —comenta Xochitl—. Tengo cosas que hacer, pero si necesitas algo sabes que estaré en el recibidor principal, siempre estoy ahí.

—Gracias —le digo sinceramente.

Xochitl se va y me siento encendiendo el computador.

Cuando llegué Xochitl fue la primera que fue amable conmigo, escuché su voz y supe que era la chica que atendió mi llamada antes de venir a Londres. Es una chica muy bajita, pelinegra, habla mucho y camina muy rápido. También es muy amable, me invitó a su casa y ofreció su compañía a la hora del desayuno o la comida, claro que la acepté.

El contrato era por dos años, con sueldo fijo, bonos extras por trabajos que fueran muy buenos, también tendría dos semanas de vacaciones cada seis meses. Sería diseñadora de portadas, sinceramente me emociona mucho poder hacer algo que antes creía imposible. Obviamente tengo experiencia creando cualquier tipo de ilustraciones, pero trabajar para escritores y tener que dar el ancho en lo que me piden, es un poco preocupante.

Esta semana solo tendré que asistir a una reunión donde me presentarán a un escritor, que según Xochitl, es muy bueno. Mañana hablaré con Gen, el nerviosismo me dice que mi jefa no me agradará, pero no estoy aquí para agradarle a nadie, es solo mi trabajo.

Hoy saldré temprano, tendré que organizar unos documentos y manuscritos. Xochitl comentó que normalmente a los nuevos editores, los primeros días, les ponen a terminar pendientes de secretarias para poner a prueba su paciencia y dedicación. No creo necesario eso, aún así lo haré. Luego iré a pasear por Londres, justo ayer fui a un parque donde había patos, está un poco lejos de mi edificio, pero vale la pena caminar hasta allá.

Me cuesta creer que estoy aquí, trabajando, viviendo sola, en un país completamente distinto. Aún siento que estoy en una especie de sueño o universo alterno, se lo dije a Cris cuando llamó por quinta vez en estos días, me contestó que probablemente estaba pasando por ansiedad y presión social; lo cual creo que no es el diagnóstico correcto. Siempre supe que gracias a mi universidad podría tener un trabajo muy bueno, por mi mente no pasó que fuera tan rápido.

Comienzo a leer los manuscritos y todos me parecen buenísimos. El hurgamiento de documentos me hace encontrar un cuento corto que me pareció familiar.

—¿Francisca Alabama? —digo anonadada.

Volví a leer el nombre del autor y puse su nombre en el buscador para comprobar si publicaba desde esta editorial.

—Oh, por dios —exclamo.

Camino con paso acelerado al recibidor con el manuscrito en la mano y aún emocionada.

—Xochitl.

—¿Pasa algo? —me pregunta un poco asustada.

—No. Bueno, si. ¿Francisca Alabama publica aquí sus libros?

—No lo sé. Tendría que buscar —Xochitl teclea en la computadora mirándome por el rabillo del ojo, preocupada—. ¿Alabama Francisca? Francisca Alabama, si.

—¿Sí?

—Si, Sara, ¿La conoces?

—Es mi escritora favorita… yo, joder, no sabía que publicaba aquí —dije un poco avergonzada.

—Hay muchos escritores famosos que publican desde esta editorial. No te sorprendas si encuentras a la mismísima Jane Austen paseando por aquí.

Xochitl no es muy buena con el sarcasmo.

—Pero ella está muerta.

—Lo sé, chica, es broma —exclamó Xochitl riendo—. Que suerte tuviste, tal vez algún día entre por esa puerta Francisca y puedas conocerla.

—Sería un sueño hecho realidad…

—¡Qué bien! ¿Es hora del chisme? —giro al escuchar esa voz.

Gen se planta frente a mí con la mirada juzgadora.

—Vine a aclarar unas dudas con Xochitl —me apresuro a decir.

—Si, claro. Aquí vienes a trabajar, no me gustan las mujeres chismosas —le da una mirada de refilón a Xochitl y comienza a caminar dándonos la espalda—. A trabajar Sara. ¡Ahora!

Salgo apresuradamente a mi pequeño cubículo, no sin antes darle una mirada de disculpas a Xochitl. Primera semana de trabajo y mi jefa ya me odia, fantástico. ¡Amo la puta vida, olé!

Ilústrame, píntame y no me dejes [En Edición] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora