Capítulo 41- M a t í a s

5 0 0
                                    

M a t í a s

Londres/ Mayo

Al salir del aeropuerto de Francia sentí tanto alivio que me quedé dormido durante todo el vuelo. Meredith a mi lado quejándose de los pies y del dolor que no se le quitaba.
Estas dos semanas fueron demasiado estresantes para ambos, aunque mucho más para mí, ella está más acostumbrada a estos pasos. Durante las dos semanas en Francia volví a fumar compulsivamente, todas las noches o madrugadas, luego de volver de alguna presentación, fumaba tres cigarrillos.

He dormido poco y eso provoca que mi humor no sea el más agradable. Intenté sumarme a la fiesta con los demás artistas y gente, sin embargo mi amargura me lo impedía, deseaba estar en Londres dormido. Me emborrache solo una vez y llame a Logan para decirle que cuidara de mi gato, mi amigo confundido me recordó que había muerto y me puse a llorar como niño pequeño. No volví a beber alcohol durante los demás días. Además de todo eso tenía que seguir pintando los árboles, que sin la ayuda de Sara me fue bastante difícil escoger a la gente.

Entre trabajo, presentaciones, fiestas demasiado elegantes y gente preocupada por especulaciones, me harte fácilmente de todo. Meredith gustosa hacía que la gente le prestaba más atención a ella y yo agradecido por ese espacio me escapaba a algún balcón a respirar y sacarme la maldita corbata. Todos estos días no había hablado con nadie más. Mamá llamó y no contesté, le dejé un mensaje diciendo que estaba muy ocupado en Francia. Con Sara tampoco tuve comunicación, ella me llamó, sin embargo no cogí el móvil. Si hablaba con alguien quería descargar mi estrés y frustración sobre esa persona; preferí alejarme, permanecer en Francia haciendo esto y aquello.

Llegué a mi departamento arrastrando mi maleta y tirando todo en el sofá. Es aún temprano. No quería saber de nadie hasta que alguien tocó la puerta y tuve que ir a abrir.

—¡Llegué al mismo tiempo! —Logan entró y observó el desorden que acababa de hacer—. Pero, hermano. Esto parece un basurero.

—Lárgate.

—¿Qué pasó? ¿Qué tan mal fue Francia?

—Malisimo. Casi muero.

Logan se sentó en el sillón lleno de ropa y otras cosas. Me senté sobre la mesa central de la sala.

—¿No te divertiste? —preguntó con la cabeza inclinada.

—No.

—¿Llamaste a Magui? Está preocupada por lo del gato, dijo que no le habías contado.

Seguramente Carla se lo dijo.

—No, no la llamé. Luego lo haré —no me apetece en estos momentos la lastima de mi madre—. Hoy necesito dormir.

—Entonces te dejó. Oh, por cierto, Sara hoy estuvo en mi departamento.

—¿Sara? ¿Por qué?

—Quería que le prestara mi aspiradora. Me platicó que le dio un ataque de ansiedad. Yo ni sabía que ella tenía eso...

—¿Cómo que le dió un ataque de ansiedad? ¿Cuándo? —inquirí.

—Hace unos días, el miércoles, si mal no recuerdo. Dijo que había sucedido por estrés y presión, pero está bien, la ví bien.

Pensé, pensé, pensé y al final me puse de pie y cogí las llaves de mi coche.

—¿A dónde irás, Logan?

—A mi restaurante. ¿A dónde vas tú? Dijiste que ibas a descansar.

—Cierra cuando salgas.

Salí de mi departamento tomando una gorra del perchero y me la puse.

—¿A dónde vas? —gritó Logan de pie en el umbral de mi casa.

Ilústrame, píntame y no me dejes [En Edición] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora