5. Quédate conmigo.

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Florencia

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Florencia.

Me quede pensando en el chico que increíblemente está siendo amable conmigo, aunque no tenía que olvidar que por su culpa estaba aquí.

La puerta se abrió sacándome de mis pensamientos, por la manera de andar sabía que era el chico. Camina con seguridad, elegancia... no como los otros tipos que arrastraban los pies. Era increíble como empezaba a diferenciarlos, a darme cuenta de los ademanes que solían hacer, sobre todo los del chico. Simplemente no podía evitar sentirme intrigada hacia él.

-Hora de cenar-murmuro depositando una bolsa del Burger King a un lado y tirándose sobre el catre. Me asombre al ver que no sólo había una hamburguesa sino dos.

-¿Dos?-murmure, mi voz apenas era mas fuerte que un suspiro. Sonrió mirándome, como agradándole escucharme hablar.

-Oye yo también tengo hambre, traje papas extra grandes-para el parecía lo mas normal estar ahí cenando juntos, me descolocaba tanto su desfachatez.-te compre una coca-cola, aunque si no te gusta puedo ir por algo más-ofreció enseguida. Estaba en shock, no podía con su tranquilidad.-no me mires así, enserio estoy tratando de hacer que tu estancia aquí sea lo menos horrible posible-suplicó, lo juro me volverá loca con su extraño comportamiento.- Mira solo come ¿ok?-dijo finalmente cuando no respondí, tomo su hamburguesa y se sentó lo más lejos que le permitía el catre para darme espacio, supuse.

Medite un momento sus palabras, sus acciones... aunque me desconcertaba debía admitir que gracias a él no me habían hecho daño de nuevo y tampoco pasado hambre, así que a regañadientes tome la hamburguesa y me la comí lentamente. Las papas siempre habían sido mi debilidad así que me las devore de inmediato. Algo normal en medio de esta pesadilla, me agrado.

-Gracias...-dije cuando termine, después de todo había sido amable.

-Está bien-comento, encogiéndose de hombros restándole importancia.

-Por todo-agregue, me miro y sus ojos verdes se engancharon a los míos... Estuvimos varios segundo así, no entendía el cosquilleo que me estaba generando la intensa mirada que salía de esos pozos color verde. Desconcertada la aparte, sintiendo como mis mejillas se calentaban y la sangre me subía a la cabeza. Demonios, que sucedía conmigo. Aún sentía su mirada sobre mí pero no quise volverme, me tape de nuevo con la colcha y me acurruque en la esquina.

-¿Se te quito el frío?-pregunto, y asentí sin verlo. Escuche como se terminaba las papas y recogía todo antes de salir para minutos después volver y acomodarse de nuevo cerca de mí.

El calor que su cuerpo emitía era de alguna manera torcida reconfortante y me serenaba. Tanto había dormido que aunque lo intentara de nuevo sería imposible, en vez de eso puse atención a lo que hacia; estaba perdido en su teléfono como ayer, maldiciendo por alguna razón. ¿Pensaba quedarse esta noche? Quería preguntarle pero me era difícil hablar con él, no lo veía correcto... no después de lo que está haciendo al tenerme encerrada aquí. Quería odiarlo, despreciarlo por torturarme de esta manera al privarme de mi libertar pero no podía y no entendía la razón .

Chica Incorrecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora