19. Restricciones.

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Los días pasaron tan rápido, que apenas me daba cuenta... el cambio en mi era demasiado evidente, conocerlo y estar cerca de él estaba borrando los fantasmas que aún quedaban de lo ocurrido. No entendía como la persona causante de mis pesadillas, era la misma que estaba ayudando a sanar cada una de mis heridas. Gonzalo es sin duda, lo opuesto a lo que se esperaría de un delincuente, es la persona más tierna, noble... pasar el tiempo con él se estaba convirtiéndose en mi parte favorita del día.

Subirme por fin a una motocicleta era tan increíble como imagine, lo mejor de todo, es que confiaba ciegamente en que él no dejaría que nada me sucediera. Esa noche, después de las carreras, hicimos el mismo recorrido que ellos hacían cuando corrían y ya sin el casco... el viento azotando mi rostro, la libertar que provoca ir a esa velocidad era tan intenso que desee que durara más tiempo... disfrute tanto la adrenalina corriendo por mi cuerpo, la sensación de plenitud, de paz. Sabía que él lo estaba disfrutando tanto como yo, que para ambos significaba más de lo que todos imaginaban. Era otra prueba de confianza tanto de mi parte, como de la suya.

Como vio que me gustaba tanto andar en moto, los últimos días habíamos estado saliendo en eso, aunque claro siempre me obligaba a usar el bendito casco.

—No está a discusión, bonita. O usas el casco o se acabaron los paseos en moto...—advirtió con suavidad cuando me queje nuevamente.

—Bien... que aburrido eres—murmure, rezongando como niña chiquita.

—Que parte de no voy a arriesgarte de nuevo, de ninguna manera... ¿no entiendes? —rodé los ojos, escuchando por tercera vez su justificación. En realidad lo entendía, era peligroso andar sin protección por la calle y me enternecía demasiado que él se preocupara tanto por mi seguridad.

—Lo sé... solo que en verdad me gusta sentir el viento en mi rostro.

—No me pongas esa cara, que no caeré señorita... —dice divertido ante mis gestos de sufrimiento, atrayéndome a su brazos.

Las chicas suspiraban cada que nos veían juntos, decían que hacíamos una pareja muy bonita y se morían de ternura ante la sobreprotección de Gonzalo, ante su preocupación a mi seguridad... si supieran a que se debía, porque era tan aprehensivo... pero seguía siendo nuestro secreto y de Elena, claro.

Su gemela era la persona más entusiasta y extrovertida que he conocido, incluso más que Cleo y eso ya era decir mucho. Nos traía a Gonzalo y a mí de un lado a otro, se adjudicó la tarea de cupido y no ha parado de intentar hacer oficial lo nuestro. Era demasiado fácil estar con ella, te hacía sentir cómoda y lo mismo que sucede con Gonzalo, nunca imaginarias que perteneciera a una banda o lo que fuera a lo que pertenecían... llevaban una vida tan normal, tan lejos de lo que eran. Ninguno hablaba de eso, yo no les preguntaba, ni ellos lo mencionaban. Solo éramos, Gonzalo, Florencia y Elena... amigos, sin importar nada. Sabía que eso era lo mejor, no involucrar esa parte de sus vidas, mantenerme en la ignorancia.

Con quien tuve que hablar después que las cosas entre Gonzalo y yo se pusieron más serias, fue con Octavio. No quería perder su amistad, pero tampoco quería lastimarlo y sentía que le debía una explicación. Estuvimos largo rato platicando, donde intente explicarle lo que Gonzalo significaba para mí sin detalles ni cosas que pudieran herirlo más, solo tratando de hacerle entender porque se estaban dando así de rápido las cosas. Para mí, Gonzalo era como un soplo de aire fresco, de vitalidad y la luz más brillante entre la oscuridad que estaba, desde el primer momento lo fue. Por supuesto no se lo dije así, pero si lo di a entender y finalmente lo acepto. Comprendió que con o sin Gonzalo, lo nuestro nunca iba a ser lo que fue, que simplemente prevalecía nuestra amistad y aunque estaba muy agradecida con él después de lo que hizo por mí, no lo veía de otra forma. Sentí que me quite un peso de encima al aclarar todo, no quería perderlo y si era necesario que se alejara un poco, lo entendería. Por suerte no sucedió, seguía a mi lado y al de las chicas, como el amigo leal que era.

Chica Incorrecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora