1. Cuando todo cambio... donde mi pesadilla comenzó.

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Era tiempo de un cambio, pensé mientras me veía al espejo esa mañana

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Era tiempo de un cambio, pensé mientras me veía al espejo esa mañana. Finalmente le iba a hacer caso a Cleo y Bea, me teñiría el cabello. Lo estuve pensando toda la noche y creo que tienen razón. Llevo toda una vida siendo igual, después de todo no siempre se cumple la mayoría de edad y en cinco días por fin tendría 21... saliendo de la universidad le diría a las chicas que me acompañasen a salón, a partir de hoy sería pelirroja. Puede que sea un cambio drástico, siempre he tenido un soso y aburrido color caoba pero por una vez tomaría el riesgo.

Como cada mañana me había despertado desde muy temprano para llegar a tiempo a clases, el tener que tomar transporte público a estas horas de la mañana era lo peor que existía. Mis padres ya estaban por marcharse al trabajo y dejar de paso a mis hermanas en sus colegios, extraño la época cuando me llevaban y traían para todos lados. Pero como dice mi madre tenía que comenzar a ser independiente y valerme por mi misma.

Por suerte cogí el autobús antes de las 6:30 y aún había lugar para sentarme, con mi música a todo volumen comencé el largo recorrido hasta la universidad. Como tomaba siempre el mismo, ya conocía a varias de las personas que lo frecuentaban y a veces un par de chicos solían cederme su asiento cuando estaba completamente lleno. Y aunque no intercambie más palabras con ellos que un "gracias" "que tengas bien día" solían ser muy amables y gracias a ellos iba cómoda y sin ser aplastada.

—Buenos días, Florencia—Escuche decir por encima de la música. La señora Rocío, se había sentado junto a mí. Una mujer que trabaja muy cerca de la universidad y a la que usualmente veía todos los días. Era de lo más parlanchina y siempre me contaba todas las noticias de la ciudad.

—Buenos días, señora Rocío. ¿Cómo amaneció hoy?— Pregunto con amabilidad y retirando uno de mis audífonos. Me esperaba una buena plática el resto del camino.

—Hay hija, preocupada— Dice frunciendo el ceño con exageración.

—¿Y eso? ¿Todo bien?— No me gustaba meterme en la vida de las personas, pero realmente se veía algo perturbada.

—Verás que anoche hubo una balacera detrás de mi casa— Cuenta asustada, había escuchado a mi padre mencionarlo en el desayuno pero no le preste mucha atención. En nuestra ciudad no solían ocurrir cosas como esa, era por así decirlo "zona neutral". Según las malas lenguas y lo que se contaba, era que aquí vivían las familias de la mafia y existía un pacto para mantenerlo fuera del límite de guerra.-Sabes que eso aquí no ocurre, seguramente pronto estaremos entre guerra, no es secreto que el cartel de los Cobras y los Royals están tratando de hacerse del lugar...-continúa, haciéndose una historia en su cabecita de lo que pasaría si eso sucediera. Ciertamente tiene razón, algún día "la tregua" acabará y la ciudad será un campo de guerra como muchas otras partes del país, pero creo que exagera un poco.

El resto del camino me cuenta con pelos y señales lo que sucedió; desde el momento que escucho los disparos hasta cuando llegaron los policías. Me quede sorprendida cuando me dijo que acudió al lugar. Vio al tipo que había salido herido tirado en el suelo y cuando la policía comenzó a perseguir a un par de carros último modelo que escapaban de ahí. ¿Por qué habría de ir a la escena? Ponerse en peligro innecesariamente, es algo que no puedo entender. Debió ver mi cara de confusión porque enseguida aclaro.—Tenía que estar segura que mi esposo estaba bien, es policía y esa área es de su jurisdicción... se encontraba en turno y me preocupaba mucho que le pasara algo— Eso lo explica. No le importo arriesgarse con tal de saber que su esposo estaba bien. He de confesar que me causo algo de ternura y admiración, se nota el amor que le tenía.

Chica Incorrecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora