33. Soledad.

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Wish you were here-Avril Lavigne 


Estaba sumida en un profundo sueño del que me era imposible despertar, dentro de mí sabía que habían grandes posibilidades de que no lo hiciera, de que me quedara hundida en la oscuridad de por vida. No tenía idea que me había llevado hasta aquí, por qué razón sentía que la vida se me escurría entre las manos... estoy casi segura que incluso vi la luz, caminé hasta ella y cuando estaba a punto de sumergirme, de alcanzar la paz que prometía, que incluso podía sentir con solo verla, algo sucedió y me hizo regresar en sentido contrario.

No estaba lista, no era mi tiempo todavía.

Cuando desperté, lo primero que vi fue a mamá, dormida a mi lado y sujetando mi mano derecha. Estaba asustada, desorientada y muy confundida... por un momento no supe que sucedía, que hacía en un hospital. Sin embargo, conforme los segundos avanzaban la realidad de lo que pasó me alcanzó.

Papá intento matar a Gonzalo y yo me interpuse... ¡Santos Cielos!

No, no, seguramente fue sueño, una pesadilla... sí, papá no sería capaz de hacer eso, él no. Algo salió mal con el operativo, Elena y yo estábamos en la línea de fuego... sí, eso sucedió, seguramente alguna bala perdida me alcanzó... tuvo que haber sido eso, no hay forma de que papá hubiera atentado con la vida de alguien, no, me niego a creerlo.

Estaba entrando en pánico, mi respiración de aceleró y mamá debió notarlo pues enseguida levanto su rostro para mirarme.

—¿Mi niña? —Preguntó con la voz ahogada.

Lucia tan mal. Ojerosa, demacrada... como si hubiera envejecido varios años. Me impacto verla así, incluso en mi confusión. No sabía qué hacer, que decir, estaba completamente desconcertada.

—¡Un médico, un médico, por favor! —Pidió con desesperación a través de un monitor—. Tranquila, hija, todo estará bien... no tienes idea de lo que feliz que estoy que reaccionaras.

¿Feliz porque reaccionará? ¿Qué significaba eso? Antes de que pudiera pensarlo, dos enfermeras entraron a la habitación.

—¿Qué sucede? —Cuestionaron a mamá, mientras comenzaban a examinar mis signos vitales.

—¡Despertó, mi niña despertó! Estaba a su lado cuando escuche que su respiración comenzaba a acelerarse, tenía los ojos abierto y... y sentí como apretó mi mano—explicó entre sollozos.

—Sus signos vitales están estables—dice una de ellas, mientras la otra examinaba mis ojos con una lámpara.

—Florencia, ¿me escuchas? —Preguntó la segunda cuando finalizó con mis ojos—parpadea dos veces si me escuchas—pidió y aun entre mi confusión, lo hice.

—Bien, buena señal. ¿Puedes mover tu índice derecho?

Lo intente y me constó un mundo de esfuerzo lograrlo. No me había dado cuenta pero sentía mi cuerpo pesado, entumido y hacer cualquier movimiento, por pequeño que sea, requería un enorme esfuerzo.

—Está reaccionando... bien, es un gran avance. Finalmente salió del coma—declaró una de ellas.

¿Del coma? ¿Estaba en coma? Eso... eso no me lo esperaba, ahora entendí las palabras de mamá. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—El médico pasara a verla en un rato, pero todo va bien—le explicaron a mamá—. Recuerde que solo puede estar con ella un momento más, la hora de visita termina en diez minutos.

Chica Incorrecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora