Purpose-Justin Bieber
Gonzalo jugaba con su pequeño, de casi 4 años cuando escucho que tocaron el timbre de la casa donde vivían en una zona residencial familiar, a la que se mudaron poco después del nacimiento de Benjamin. Ese niño que había llegado a llenarlos de luz, a terminar de confirmar ese amor que surgió en la tormenta, era su mundo. Florencia había quedado embarazada poco tiempo después de casarse y no pudo haber sido más perfecto, tenía todo y se sentía completo, como nunca en la vida.
—Yo voy, deben ser Mason y Andrew—gritó su esposa desde la cocina.
Había conocido a ese par poco antes de la boda y de inmediato le cayeron de maravilla. Eran divertidos y adoraban a su chica, ¿Qué pero podía ponerles? Ninguno. Solían verse con frecuencia, a pesar de que ellos vivían en Toronto, sobre todo después que Flore les ayudó con el proceso de adopción cuando decidieron ser padres. Fue difícil, mucho papeleo, entrevistas... si para una pareja heterosexual era complicado, para una del mismo sexo era el doble, pero su esposa era buena en lo que hacía y después de casi dos años, logró que les aprobaran la adopción de una pequeña de seis años de quienes se habían enamorado nada más verla en una casa hogar en Seattle.
Hoy vendrían a celebrar el cumpleaños de la niña, Melissa. Ben la adoraba y la niña le hacía fiesta al niño, sin contar que cuando se unían Isa y Ana, las gemelas de casi cinco años de Elena, esa casa eran puras risas y algarabías. Ese era el punto de reunión normalmente, pues aunque Leo y Elena tenían una casa allí, viajaban mucho de Seattle a Florida por los negocios de su cuñado.
—Vamos campeón, Meli está aquí—informó al niño, con quien construía una torre de cubos de colores.
—¡Mel! —grita el niño emocionado, parándose de inmediato y alzando los brazos a su padre.
—Jovencito, no toda la vida vamos a poder traerte en brazos—dice divertido, pues su hijo prefería estar en los brazos de sus padres a caminar.
—Soy un mono, papi, los monos no caminan, se cuelgan de árboles y de sus papás—explica con seriedad, haciendo que Gonzalo riera y rodara los ojos. Desde que habían visto ese documental en la televisión, ponía de excusa a los monos para no caminar.
—No, un mimado, eso es lo que eres. Pero ni culparte, tu madre y yo tenemos la culpa.
—¿Por qué regañas a mi bebé? —Refunfuña Florencia al entrar a la habitación, tomando a su hijo en brazos—¿papi malo, mi amor? —Pregunta a su hijo y este asiente con fingida tristeza.
—¿Y ahora que hice? —se queja, haciendo que tanto el niño como su esposa rieran. Amaban esos momentos en familia, nada se podía comparar—. Son unos tramposos, siempre conspirando en mi contra... pero ya verán, cuando la princesa llegue, la podré de mi lado. Será la nena de papá—dice, acariciando con ternura la barriga de seis meses de su esposa.
Estaban en la dulce espera de su segundo hijo, ya sabían que serían una niña, era otra de las razones para celebrar ese día.
—Ellos ya están aquí, Meli está preguntando por Ben.
—¡Meli, Meli! —apremia el pequeño y juntos bajan hasta la sala de estar.
—Pero si aquí está tu guapo y sexi esposo—dice Mason con diversión.
Adoraba poner incomodo a Gonzalo, adulándolo y todos reían ante la timidez de este.
—No comiences que me pondré celoso—se queja Andrew con diversión.
Gonzalo niega riendo y los saluda con calidez. Ni bien se iba a sentar cuando la puerta suena de nuevo, seguro eran Elena y Leo.
Deja un beso en la cabeza de su esposa y se dirige a abrir.
—¿Por qué tardas tanto? —Se queja su gemela en cuanto abre, mismo momento que sus sobrinas aprovechan y corren hacía adentro soltando un ¡Hola tío! Con rapidez. Esas pequeñas eran vida. Vivaces y parlanchinas como su madre, un torbellino para sus pobres niñeras. Ni pareciera que estuvieron cerca de dos meses en el hospital cuando nacieron.
—Elena ni siquiera pasaron dos minutos, no seas exag...—comienza a replicar pero su cuñado lo hace callar de inmediato.
Otra embarazada. Elena tenía poco más de cuatro meses y este, a diferencia del primero, la tenía por la calle de la amargura con los achaques y por cualquier cosita se ponía a llorar.
Respira hondo y rueda los ojos antes de abrazarla.
—Te extrañe—dice su gemela.
—Y yo a ti, fea. Me alegra que estén aquí.
—Las niñas se morían por ver a Ben. Mamá y papá dijeron que vendrán el próximo mes y raptaran a los niños—informa, mientras se dirigen con los demás.
¿De nuevo? Cada cierto tiempo sus padres venía y se llevaban a sus nietos todo un fin de semana, traían al hijo de dos años de Fran y en próximas fechas seguro se les une la bebé de seis meses de Gio. La familia estaba creciendo demasiado y sus padres eran quienes más lo disfrutaban.
Por otro lado, las cosas con sus suegros no habían cambiado mucho. Ni siquiera con la llegada de Benjamin, pues aunque adoraban a su nieto y Florencia trataba de irlos a visitar con frecuencia para que el niño los conociera y se sintieran parte de su vida, con Gonzalo no bajaban la guardia y es algo que a Florencia le pesaba aún. Pero nada podían hacer, su esposo se esmeraba en hacerla feliz en la cotidianidad. Todo marchaba bien en general y ambos construían una vida envidiable, se amaban igual o más que el primer día, que era lo importante.
La reunión transcurrió entre risas, bromas y un ambiente familiar, que todos disfrutaban. Sus pequeños eran la luz de sus ojos y todos eran padres orgullosos.
—¿Eres feliz? —Preguntó a su esposa, abrazándola por la espalda, mientras observaban a los niños corretear por el patio detrás de Vana, la perrita labrador que habían adoptado.
—Mucho, gracias por esto... por darme una hermosa familia, por ser el mejor esposo. Te amo, Gonza—dice, besando con suavidad sus labios.
—Y yo te adoro a ti, mi preciosa. Nunca me cansaré de agradecer tu llegada a mi vida, lo cambio todo... lo transformo. Tú y nuestros hijos son mi todo, jamás imaginé que viviría algo como esto y no pudiera haberlo hecho con alguien que no seas tú; mi amor, mi esposa, mi mundo...
Sin poder evitarlo, pegó sus labios a los de su esposo, conmovida. Se besaron con pasión escuchando las burlas de sus amigos. Nada podía ser mejor que eso.
La vida era una montaña rusa, les tocó estar abajo, sortear obstáculos y ahora por fin, estaban en la cima, admirando todo y disfrutando del placer de libertad y felicidad que genera encontrar a la persona correcta, compartir todo con ella.
FIN
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Chica Incorrecta ©
RomanceCerraba los ojos y lo único que podía ver era esa mirada de un verde intenso, que no paraba de atormentarme... Desde ese horrible día, la llevaba tatuada en mi mente. Lo peor era no saber cómo me hacía sentir realmente, estaba tan confundida... se s...