Capitulo 4

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—Un minuto— gritó Britt mientras sus respiraciones se calmaban— Tenes mi labial.

—No importa, porque vos tenes el mío también— se encogió de hombros riendo y limpiando a la rubia— Voy a matar al que esté detrás de esa puerta— gruñó Santana, ahora abrochándose la camisa y bajando a Britt del escritorio.

—No lo hagas, no quiero que vayas presa— bromeó la rubia mientras le limpiaba las marcas, y luego se encaminó a abrir la puerta.

—Señora López-Pierce, hay una entrega para usted— habló la secretaria cuando la rubia abrió la puerta.

Escuchar que Britt dejaba que la sigan llamando con los dos apellidos le dió un atisbo de esperanza para que el divorcio no se lleve a cabo.

—¿El que?— preguntó frunciendo el ceño.

—Un minuto. El chico de la florería está en recepción.

Britt al escuchar eso miró a Santana y le dijo que seguramente eran de un cliente, a lo que su esposa solamente asintió sonriéndole orgullosa.

Pero cuando el chico entró las flores a la oficina, la esperanza que sintió Santana se borró inmediatamente, al igual que su sonrisa.

Le habían entregado un ramo enorme de unas preciosas orquídeas rojas y rosas.

Las mismas que simbolizan...

—Lujuria, pasión y amor— murmuró Santana apretando la mandíbula y mirando a Britt.

—¡Que romántico el que te haya mandado esto!— dijo la secretaria contenta— ¿Será su esposo? Digo, tendría que ser el porque si simboliza todo eso...

—Esposa— corrigió Britt cortándola, mirando nerviosa a Santana— Tengo esposa. Y llévate las flores, Jane.

—No hace falta— la latina encontró la voz y se cruzó de brazos— ¿Por qué no miras la tarjeta, Brittany? ¿No tenes ganas de saber quien te mandó estas preciosas flores?— la rubia bajó la cabeza— ¿O es que ya sabes?

—San...

—Ya lo sabes— se rió sin gracia y preguntó dolida— ¿Estás segura que vos queres el divorcio por mi trabajo, o hay algo que no me contaste?

—San, te juro que no es lo que parece— habló rápido— Jane, déjanos solas.

—Jane, quédate— dijo Santana— La que se va soy yo.

—San... para, San, no es lo que parece, lo juro— la siguió desesperada la rubia cuando la latina estaba por cruzar la puerta.

—¿No es lo que parece? ¡Brittany, por el amor de dios! Me pedis el divorcio de un día para el otro diciéndome una excusa de cuarta, te mandan flores, y cabe aclarar que no cualquier tipo de flores— dijo señalándolas— ¿Y me vas a tomar por idiota?

—Nunca te engañe, Santana— respondió nerviosa— Nunca.

—¿Cual es el maldito motivo del divorcio?— preguntó— O mejor dicho ¿Quien?

—San...

—¡Bueno bueno! ¿A que debo esta preciosa visita?— escuchó Santana a sus espaldas.

—Roberto— lo miró— No es bueno verte.

—Tan amorosa como siempre— dijo sarcástico— ¿A que viniste? ¿No viste que mi hija ya tiene un nuevo pretendiente? ¿Por qué no la dejas en paz?— Santana lo miró de una forma que intimidaría a cualquiera, e incluso lo hizo con Roberto, pero el siguió hablando para disimularlo— Era obvio que algún día se iba a dar cuenta de lo idiota que sos.

No me dejes- brittanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora