Capitulo 18

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Hoy era el cumpleaños número cinco de Marley López-Pierce.

Ayer las cuatro salieron a cenar y pasaron una noche realmente buena. Cuando volvieron a la casa de la latina, por pedido de sus hijas, se dirigieron a la habitación de Santana a ver una película las cuatro juntas.

Cómo si pareciera apropósito, sus dos hijas quedaron a los extremos de la cama, mientras que Britt y Santana quedaron en el medio, y cómo era obvio que pasaría como cada vez que ven películas infantiles, la latina se quedó dormida... acurrucada a Britt.

A la mañana siguiente, Santana fue la primera en despertar y se encontró con sus hijas sentadas en el suelo mirando la tele, apoyadas en la cama, y que durmió en los brazos de su ex- no ex esposa.

—Hmm— se despertó Britt, aferrando sus brazos alrededor de Santana un poco más fuerte— Deja de moverte, San.

—Britt— susurró la latina con voz ronca, sin levantar la cabeza del pecho de la rubia mientras sonreía— Primero que nada, buenos días— Britt solo asintió mientras seguía con los ojos cerrados— Segundo, lo siento. Tenemos que levantarnos para preparar las cosas para el cumpleaños.

—Es verdad— abrió lentamente los ojos, pero sin dejar de abrazar a Santana.

—Y tercero, estoy segura que nuestras pequeñas diablas hijas tramaron todo esto, ya que conociéndolas no durmieron acá— levantó la cabeza por fin y la miró, pero de forma burlona— Aunque no me quejo.

La rubia soltó una carcajada y la miró dulcemente.

—Yo tampoco. ¿Así que era verdad lo de la invitación a tu cama, eh?— preguntó bromeando y Santana se sonrojó.

—Sip, tenes acceso vip toda la vida— dijo haciendo sonrojar a la rubia, luego se alejó de los brazos de su... bueno, de Britt— ¿Que tan malas madres somos si no le hicimos el desayuno a Marley como todos los años?— preguntó bromeando.

—Si no hubieras despedido a su niñera, ella se lo hubiera hecho— rió.

—¡Se lo merecía, no te sacaba los ojos de encima!— exclamó en un susurro.

—No me digas que estabas celosa de una chica de diecinueve años, San— bromeó.

—¡No te sacaba los ojos de encima!— se volvió a quejar riendo y la rubia solo negó con la cabeza haciendo lo mismo.

—Ey, ustedes dos— dijo la rubia sentándose en la cama, llamando la atención de sus hijas que lentamente dieron vuelta la cabeza— ¿No van a saludar a sus madres?

—¡Buen día!— saltaron ambas a la cama.

—Hijas hijas paren, que todavía no me senté— rio Santana sentándose y abriendo sus brazos— Ahora si, vengan.

Luego de quedarse un rato más en la cama las cuatro, mientras jugaban y reían, y luego de bajar a desayunar, y luego de por fin, terminar de acomodar todo para el cumpleaños de su hija, los invitados empezaron a llegar.

Habían decidido usar el parque de la nueva casa de Santana, ya que era muy espacioso y podían poner un castillo inflable en el. Además contrataron dos animadoras de fiestas infantiles para entretener a sus hijas, y sus amiguitos.

—Quedó lindo, Tana— llegó Finn junto a su esposa y la abrazó.

—Hola, grandulón— saludó abrazándolo, y luego abrazando a su mujer— Hola, Alicia.

—Hola, Tana— sonrió.

—¿Y mi ahijada?— preguntó Finn y Santana señaló con la cabeza tras el.

No me dejes- brittanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora