Capitulo 22

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Día uno en Lima, Ohio.
21 de diciembre.

—¡Chicas!— Maribel abrió la puerta de su casa cuando escuchó el auto.

Las Brittana estaban estacionando el coche, separando por fin sus manos y se dieron cuenta de un insignificante detalle.

La familia de Santana no sabía nada acerca del divorcio.

La única que sabía era Emily, pero prometió no contar nada, porque no le correspondía hacerlo a ella.

Ambas se miraron al mismo tiempo muy nerviosas y palidecieron.

—Britt...

—Lo sé— respondió suspirando y se dió la vuelta, apoyando su brazo en su asiento para mirar a sus hijas— Vayan con su abuela, chicas. Ahora vamos.

—¿Les contamos ahora?— preguntó Santana cuando sus hijas se fueron.

—Volvería incómodas las cosas, San. Quizás sea mejor contárselo nuestro último día acá.

—Si, pero no tenemos los anillos— recordó, y en ese momento la rubia mostró la cadenita que tenía colgando en su cuello.

—Yo si tengo el mío.

—¿Cómo es que en todos estos meses no me di cuenta que lo tenías ahí?— preguntó confundida.

—Cuando te veía simplemente lo escondía— se encogió de hombros quitándole importancia.

—Me alegro que de una forma u otra lo sigas llevando con vos— sonrió volviendo a tomar su mano para hacerle una caricia. Cuando la soltó, abrió el escondite que hay en el reposa brazos del asiento del conductor, en este caso Britt, y sacó una cajita— Y yo acá tengo el mío.

—¿Por eso no querías dejar el auto solo?— preguntó con los ojos brillantes.

—Sip— asintió.

—¿Puedo?— preguntó Britt señalando el anillo de la latina, y ella volvió a asentir. Tomó el anillo en sus manos, y luego de acariciarle la mejilla a Santana, se lo colocó, seguido de un beso en ese dedo.

—¿Pue... puedo yo?— preguntó afectada por tenerla tan cerca, la rubia asintió y quiso desabrocharse el collar, pero Santana la frenó— Déjame a mi, Britt.

La rubia volvió a asentir y Santana se acercó un poco más para llegar a desabrocharle el colgante sin dejar de mirar a los ojos a Britt, quien le sostenía la mirada. Cuando logró desabrocharlo, sacó lentamente el anillo, y delicadamente se lo colocó.

—Te queda precioso. Tenes unas hermosas man...— carraspeó al ver la cara de diversión de su esposa— Que mal pensada sos, Pierce— la rubia soltó una carcajada.

—Vamos que sino tu madre nos va a asesinar— dijo desviando su mirada hacia Maribel, quien las miraba desde la puerta de su casa.

Ambas mujeres caminaron hacia la casa, manteniendo un poco de distancia entre ambas pero no lo suficiente como para que la madre de Santana sospechara.

—¡Hija!— Maribel abrazó a su hija, haciendo que esta suelte una carcajada.

—Hola, mami— contestó la latina correspondiendo el abrazo, luego se separó— ¿Jake llegó?

—Fue a comprar con tu padre— respondió y luego miró a Britt para abrazarla— ¡Hija mia!

—Hola, Maribel— sonrió en el abrazo y luego se separó.

—Vamos vamos, entren, las chicas acaban de subir para ir a saludar a Emily— hizo señas para dentro de la casa.

—¿Em...?— Britt carraspeó— ¿Les contó algo sobre...?

No me dejes- brittanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora