༻⎝░⎠༺ jᥙᥙ ιᥴhι ༻⎝░⎠༺

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—He averiguado algo —dijo Kurapika en cuanto entró al departamento.

—Yo igual —habló Killua.

—¿Eh? ¿En qué momento? —preguntó Gon sorprendido.

—En mi trabajo puedo saber una que otra cosa de personas de alto estatus, y también tengo un contacto que me pasó la información —explicó Kurapika volteando la vista al hablar de su contacto.

—Yo reuní información de Internet. —Sonrió Killua.

—¿Internet? ¿Crees que sea confiable? —preguntó Ume.

—Sí, yo también investigué un poco por ahí y lo complementé con algunos documentos que tiene mi jefe.

—¿Y quién es esa persona?

—Se llama Jonah O'Nill, es un empresario de 64 años.

—¿Jonah? ¿Uno de los aliados más importantes de mi padre? Pero eso no es posible. ¿Por qué él haría algo así?

—Desconozco el motivo, pero estoy muy seguro de que es él.

—¿Dónde está él? —Apretó los puños.

Kurapika la miró con preocupación.

—¿Qué harás cuando te lo diga?

—¿No es obvio? Iré a obtener respuestas —contestó enojada.

—¿Irás sola?

—Sí. Este es mi asunto, no quiero involucrar a nadie más. Les agradezco mucho la ayuda que me dieron, pero a partir de aquí lo resolveré sola.

—Ume...

—Tú también querías que me quedara fuera de tus asuntos, Kurapika, y yo respeté tus deseos, así que te pido que respetes los míos y me digas dónde está ese malnacido.

Kurapika suspiró, pues sabía que él no ganaría esa conversación.

—Está en la República de Rokario, en un edificio color dorado brillante. Su cuarto está en el piso cuarenta.

—Entonces no está lejos —murmuró—. Iré ahora mismo.

—¿Qué? ¿Ahora? Pero ya son las siete, pronto anochecerá —habló Gon.

—Entonces tendré que apresurarme a llegar antes de la mañana.

—Kurapika, dile algo, seguro te hace caso —pidió.

—Sí, sólo te escuchará a ti —concordó Killua.

—No puedo.

—¿¡Por qué!? ¿¡Dejarás que vaya sola y se arriesgue!?

—Por desgracia no puedo impedirle que vaya. Esto es algo que ella quiere hacer sola, y quiero apoyarla con eso, ya que ella me apoyó a mí primero.

—Tsk. Es una desventaja de estar en una relación.

—Pero Ume —la llamó e hizo que ella volteara a verlo—, por favor, regresa a salvo.

Ella le sonrió.

—Claro que lo haré —aseguró con confianza.

Kurapika también le sonrió.

●☆●☆●☆●☆●

Cuando llegó al lugar, se aseguró de que el mago y el manipulador no se encontraran a la vista.

Se quedó un rato en un restaurante, con una peluca y lentes para disfrazarse, y esperó poco más de dos horas.

Anotó en una libreta la cantidad de pisos que había y cuántos guardias se encontraban en la entrada principal, además de a qué personas dejaban entrar. Por lo que podía observar de los que entraban y cómo estaban vestidos, había una fiesta de máscaras. Y al entrar debían darle la invitación al guardia.

Se levantó del asiento, pagó, y caminó hasta quedar cerca del edificio, en un callejón estrecho y oscuro.

Se metió a un edificio en construcción y esperó pacientemente al siguiente invitado.

Como había muchas limusinas aparcadas, ellos no podían acercarse demasiado al edificio, y el próximo invitado se detendría justo frente a donde ella se encontraba.

No tuvo que esperar mucho cuando vio a una chica bajar junto a un chico, ambos vestidos de forma muy elegante.

Maldijo para sus adentros, pues había pasado un detalle por alto: el traer a un acompañante.

Dejó de pensar en eso por el momento y mejor se apresuró a actuar antes de que se vayan.

Tan pronto como pasaron por la casa, ella fue detrás de ellos y les cubrió las bocas para evitar que gritaran y después los llevó hasta el edificio para noquearlos sin problemas.

Una vez estaban inconscientes, le quitó la ropa a la mujer y la intercambió por la suya. Se cambió la peluca, se quitó los lentes y se puso la máscara de ella.

Cuando estaba decidiendo qué hacer con el acompañante, oyó una voz que la exaltó.

—Sabía que ibas a necesitarme.

—¿Kurapika? —Volteó a verlo.

Él traía un traje negro y una máscara dorada.

—¿Sabías lo del acompañante y la fiesta?

—Sí, lo sabía, por eso tuve que comprar un traje cuando te fuiste. ¿Me queda bien?

—T-te queda muy bien. —Desvió la mirada con un sonrojo imperceptible gracias a la poca iluminación del lugar.

—¿En serio? —Caminó hacia ella, poniéndola más nerviosa—. Pues... —Se detuvo cuando estuvo a dos pasos de ella—... tú también te ves muy bien. De hecho, estás hermosa.

—No es para tanto. Soy bastante normal incluso en un vestido como este.

Kurapika negó y tomó su barbilla para ver sus ojos.

—Eres muy bella en mis ojos, Ume, y también deberías serlo en los tuyos.

Se le detuvo la respiración cuando Kurapika la tomó de la cintura y la atrajo hacia él.

—Eres demasiado bella que me gustaría que no fueras a esa fiesta y te quedaras aquí conmigo para que nadie más te vea y se enamore de ti.

—Kura... pika...

—Sin embargo, sé que tienes algo que hacer, y no puedo impedir que lo hagas, pero al menos podré acompañarte y cuidarte. —Acarició su mejilla.

—Gracias por apoyarme. —Sonrió para acto seguido darle un beso rápido—. Deberíamos irnos ya.

—Sí, tienes razón. —Asintió con desgano por tener que separarse de ella.

Ume soltó una risita y tomó su mano para salir del lugar.

Caminó como siempre le había dicho su tía, firme y determinada, y agarrada del brazo de Kurapika, llegó hasta el enorme edificio.

El hombre estiró su brazo y Ume sacó la invitación del bolso que traía para dárselo. El hombre hizo un asentimiento y ellos avanzaron al interior del lugar.

Kurapika miró a Ume y ella a él para después asentirse mutuamente y comenzar a buscar a Jonah cada uno por su parte.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 |Yᥲᥒdᥱrᥱ Hιsokᥲ, Yᥲᥒdᥱrᥱ Iᥣᥣᥙmι, Yᥲᥒdᥱrᥱ Chroᥣᥣo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora