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Ume Ikeda

—¿Qué vamos a hacer? No tengo mis armas aquí —le dije a Zenda.

—No te preocupes por eso. Yo lo resolveré. Tus tíos están en el piso de abajo, en la oficina de tu tío. Te esperan para usar la ruta de escape. Evita pelear con los sirvientes y trata de no cruzarse con los asesinos.

—¿Por qué me dices eso? Se siente como si fueras a sacrificarte.

—Eso haré. —Me vio con una pequeña sonrisa—. Mi vida siempre te ha pertenecido a ti y a la familia Ikeda. Y si tengo que dárselas para salvarte, entonces lo haré.

—Zenda, yo no quiero eso. ¡No te dejaré morir por mi culpa!

—Lo sé. No querrás irte. Así que perdón por esto. —Se acercó a mí y me empujó por el balcón.

Grité por la sorpresa, pero logré caer a salvo.

—¡Zenda! —Traté de regresar, pero había más sirvientes que me impidieron volver a subir las escaleras.

—¡Vete ya o mi sacrificio será en vano!

—¡Pero...!

—¡Y Ume...! Tú fuiste mi primera y mejor amiga. —La vi sonreírme, luego desapareció y después la oí gritar.

—¡Zenda, no! —Corrí hacia las escaleras sin importarme que estuvieran ahí los controlados.

—¡Ume! —Sentí un jalón en mi espalda—.¡Tenemos que huir! —gritó mi tío mientras trataba de arrastrarme a su oficina.

—¡No, no la dejaré! ¡Tengo que ayudarla!

—¡Está muerta!

—¡No es cierto! ¡Déjame ir! ¡Ella está peleando y tengo que ayudarla!

—¡Ume! —Me pegó a su pecho en un abrazo fraternal—. Se ha ido, Ume. Ya no está.

—¡No es cierto!

—Debemos irnos.

—¡No, no, no! ¡Zenda! ¡Zenda!

Me cargó en sus brazos y corrió a través de los sirvientes hasta llegar a su oficina.

—¡Ume! Que bueno que estás a salvo. —Mi tía me abrazó en cuanto llegué.

—Tía, hay que ir por Zenda. E-ella está...

—Debemos irnos ya —dijo.

—Yo me quedaré a pelear contra ellos. Ustedes tienen que irse —habló mi tío.

—Bien. —Asintió—. Por favor, vuelve pronto con nosotras.

—Lo haré. —La besó—. Nos veremos pronto, mi querida sobrina. —Me besó en la cabeza.

Nos dio una última mirada, nos sonrió, y luego se fue.

—Vámonos. —Me jaló de la mano, apretó un botón en el escritorio de mi tío que abrió un pasadizo y luego nos fuimos por este.

Cuando íbamos a la mitad del pasillo, alguien apareció frente a nosotros.

—¿Quieren irse tan pronto de la fiesta? —dijo esa persona.

—Hay que retroceder —susurró.

Cuando nos dimos la vuelta, detrás de nosotras estaba otra persona.

—Nidia Ikeda y Ume Ikeda, las últimas integrantes de la familia que siguen con vida —habló con una voz monótona, casi como si fuera un robot.

—Malditos Zoldyck —gruñó mi tía—. ¿Por qué han regresado?

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 |Yᥲᥒdᥱrᥱ Hιsokᥲ, Yᥲᥒdᥱrᥱ Iᥣᥣᥙmι, Yᥲᥒdᥱrᥱ Chroᥣᥣo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora