༻⎝░⎠༺ jᥙᥙ sᥲᥒ ༻⎝░⎠༺

542 69 6
                                    

Ume los siguió hasta las escaleras del primer piso, donde se encontraba Jonah con una sonrisa victoriosa. Esa sonrisa le hizo arder la sangre, pero no pudo hacer nada en su contra debido a que tenía a dos asesinos a sus espaldas.

—Mi querida Ume, has crecido demasiado desde la última vez que te vi. Sin duda te has vuelto más hermosa —dijo viéndola de arriba abajo con lascivia.

—Jonah... Tú eras la persona en quien más confiaban mis padres, ¿¡cómo es que te atreviste a matarlos!?

—Shh, no causemos alboroto aquí, mejor vayamos a mi habitación, ahí tendremos más privacidad. —Se dio la vuelta, dirigiéndose hasta un elevador.

Ume volteó la mirada tratando de encontrar a Kurapika, pero no lo halló por ninguna parte, y se vio obligada a avanzar porque Illumi había empujado su espalda hasta meterla al elevador.

Jonah presionó el botón de su piso y luego la vio de reojo mientras ella apretaba los dientes mirando a los dos asesinos a su lado.

«Maldito cobarde, si no fuera por estos dos, ya te habría arrancado los ojos y cortado la lengua», pensó con furia.

Hisoka sonrió de soslayo, podía sentir cómo intentaba contener su aura asesina, pero era tan fuerte que no lograba ocultarla del todo. E Illumi ni siquiera la miró, sólo estaba interesado en saber si había traído a Killua con ella, pero no sintió su presencia así que no podía confirmar nada.

—Y llegamos. —La voz del hombre sacó a los tres de sus pensamientos—. Por favor, querida, siéntate por allá. —Señaló un largo sofá color vino con detalles dorados en él.

Ume caminó sin decir una palabra y se sentó erguida, sin mostrar ningún signo de miedo o nerviosismo. Jonah se sentó en un sillón individual justo frente a ella con ambos asesinos a un lado.

—Dijiste que querías hablar en privado, ¿por qué no les pides a tus perros guardianes que se vayan a otro lugar? —habló mientras se cruzaba de brazos.

Jonah soltó una carcajada, lo que la hizo enojar aún más.

—No soy tonto, querida, si hago eso, sé que no vas a desperdiciar la oportunidad de asesinarme.

Chasqueó la lengua con molestia y miró a ambos asesinos. Hisoka le sonrió y se lamió los labios, mientras que Illumi la miró sin expresión alguna.

—Lamento lo de tus padres, pero fue su culpa por meter las narices en asuntos que no les correspondían.

Ume quiso negar eso, pero ella sabía muy bien que sus padres estaban metidos en negocios ilícitos.

—¿Y qué hay de mis tíos? ¿De mí? Ellos no estaban metidos en esos asuntos ni yo tampoco, sólo era una niña.

—Tus tíos también se lo buscaron, querida. —Bebió un poco de vino, soltando esas palabras sin interés alguno.

—¡Claro que no! ¡Ellos nunca se metieron contigo ni con nadie más! —Se levantó de un golpe del sillón.

—Les hice una oferta, decidieron rechazarla, y aún peor, me prohibieron volver a tratar con ellos.

—¿Qué clase de oferta fue? ¿Algún negocio ilegal? —Se cruzó de brazos—. Porque si fue así, ya deberías haber sabido que no lo aceptarían.

—No, nada de eso. —Sonrió y dejó el vino en la mesa de cristal que estaba a un lado de su sillón—. Fue una oferta muy sencilla, nada del otro mundo, pero hicieron un escándalo por eso.

—¿Qué fue? —preguntó de nuevo, más impaciente.

—Pedí tu mano en matrimonio. —La miró a los ojos, viendo como su rostro se contraía con sorpresa, desagrado y luego furia.

—¿Mi mano...? ¡Tú me viste nacer y crecer! ¡Soy mucho menor que tú! ¡Yo te consideraba un tío, ¿cómo puedes estar tan enfermo para pedir eso?! —Hizo el amago de acercarse a él, pero se abstuvo de hacerlo, sabiendo que en cuanto diera un paso a él, esos dos la asesinarían.

—No es para tanto, querida. —Agitó su mano, restándole importancia—. Dicen que cuando hay amor, la edad no importa.

—Yo no te amo. Me das asco —soltó con rabia.

—Yo te amo muchísimo, Ume, desde que eras una niña, siempre te he amado. —Ume sintió la bilis subirse a su garganta cuando oyó esas repulsivas palabras—. Por eso odiaría hacer que te maten ahora. Así que te daré a elegir. —Se levantó del sillón y extendió su mano a ella—. Acepta convertirte en mi esposa, ser la madre de mis hijos, y vivirás, pero si te niegas, estos dos van a asesinarte en este mismo lugar.

Ume apartó su mano de un golpe.

—Prefiero morir después de haber acabado contigo.

Jonah frunció el ceño en una mueca de enojo.

—Como quieras. Acaben con ella ahora —ordenó, y de inmediato los dos sacaron sus armas—. Es una lástima, querida, pero aquí es donde nos despedimos.

—Así es, Jonah, aquí me despido de ti. —Sonrió.

El hombre no pudo contestarle cuando de pronto alguien entró a la habitación, destrozando las puertas del elevador.

Kurapika se lanzó sin decir ni una palabra a Jonah, usó sus espadas de madera e hizo una gran herida en su estómago. Nada demasiado mortal, pues sabía que Ume quería darle el golpe final.

Antes de que los asesinos pudieran actuar, Ume les disparó con unas pistolas que tenía bajo su vestido.

Illumi esquivó las balas como si fueran hojas cayendo de un árbol y se dirigió a ella mientras Hisoka iba por Kurapika.

Ambos empezaron un combate cuerpo a cuerpo, Illumi golpeó varias partes de su cuerpo tan fuerte, que incluso llegó a casi romperle un brazo, pero aún así Ume supo aguantar el dolor y siguió golpeando y disparando con la pistola.

Aún así, ella sabía que frente a un hombre que había sido entrenado desde niño para matar, tenía las de perder, pues a ella nunca le enseñaron a matar, sólo a defenderse y atacar.

Vio a Kurapika luchar con dificultad contra el mago y a Jonah gritando de dolor en el suelo.

Quería llegar a él, estaba tan cerca. Quería que alguien lo matara, aunque no fuera ella.

De repente, Illumi se distrajo por un momento, viendo hacia una de las ventanas detrás de ella, lo que Ume aprovechó para sacar una navaja y tratar de enterrarla en su espalda. Illumi la esquivó por poco, pero logró darle en el brazo.

Poco después, la gran ventana se rompió y por ahí entraron Gon y Killua.

Gon fue directo a atacar a Illumi, mientras Killua se dirigió a toda velocidad a Jonah, y con sus garras, le cortó la garganta.

—¡Ya no tienes motivos para matarla, Illumi! ¡Tu contratista está muerto!

Ume vio los ojos de Jonah, estaban vacíos, sin alma. Estaba muerto. Era decepcionante, pero al menos él ya no existía.

—Tienes razón, Kill. —Dejó de pelear y lo miró—. No van a pagarme si la mato, así que no tengo razones para hacerlo.

Kurapika sintió alivio, pues al fin dejarían de perseguir a Ume. Pero Illumi sonrió, y eso fue un mal presentimiento para todos en la habitación.

—¿O eso creíste que diría? —Y en tan sólo un parpadeo, se colocó detrás de Ume con las garras sobre su cuello.

Nadie tuvo tiempo de reaccionar cuando él ya la tenía en su poder.

«Con esa velocidad... Seguramente antes se estaba conteniendo». Un sudor frío le recorrió la espalda.

—Ella viene conmigo, dejarán que me la llevé sin pelear, a menos que quieran que muera.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 |Yᥲᥒdᥱrᥱ Hιsokᥲ, Yᥲᥒdᥱrᥱ Iᥣᥣᥙmι, Yᥲᥒdᥱrᥱ Chroᥣᥣo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora