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Advertencia de contenido sexual en una parte del capítulo.

Ume Zoldyck

—¡Para! ¡Basta!

Tenía presionada mi cabeza en el colchón y su otra mano alzaba mi cadera para embestirme.

—¡Ngh! ¡Detente! ¡Duele!

Movió su mano hasta mi boca para callarme y alzó mi cabeza hasta pegarla a su pecho, todo sin dejar de moverse detrás de mí.

Grité sobre su mano, pero fui completamente ignorada por Illumi, entonces me resigné y dejé de pelear. Traté de pensar en algo más que me pudiera distraer del dolor y la vergüenza de ese horrible momento. Pensé en Kurapika y eso sólo me hizo sentir peor.

«¿Qué pensará de mí ahora que otro hombre me está tocando y haciendo cosas que se supone sólo haría con él? ¿Pensará que estoy sucia? ¿Querrá hablarme o siquiera verme sabiendo lo que me hizo Illumi?»

Las lágrimas resbalaban por mis mejillas y mojaban su mano, ni siquiera eso lo detuvo. Si me hacía daño o si lo disfrutaba, a él no le importaba.

Al menos agradecí que no gimiera ni me dijera nada mientras abusaba de mí. De esa forma me hacía sentir menos humillada.

Después de que llegó a su clímax, se subió el pantalón y me jaló del brazo. Me sacó de la habitación, me obligó a bajar unas escaleras y luego me llevó casi a rastras a un sótano, donde me arrojó.

—Te quedarás aquí hasta mañana por la tarde, que es cuando nos iremos.

—I-Illumi...

Traté de levantarme, pero un pinchazo en mi cadera me lo impidió.

Cuando vi que estaba a punto de irse, alcé mi voz.

—¡Mi tío...!

En cuanto me escuchó, volteó ligeramente su cabeza para verme de reojo.

—Él... S-su cuerpo... Por favor, denme su cuerpo para que pueda enterrarlo... Sólo eso les pido...

Me miró por unos segundos sin decir nada, y luego sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.

—¿Quieres darle un entierro digno? Bueno... Podría concederte eso, claro, si logro encontrar sus huesos.

—¿Q-qué quieres decir?

—Se lo dimos como aperitivo al perro de la familia hace tiempo. Tal vez dejó algunos huesos, o si no, ¿querrías que los sirvientes busquen en sus heces? —Su tono estaba lleno de burla, de malicia, cinismo. Era alguien tan malvado, su sola presencia era abrumadora y sus palabras se sumaban a su perturbadora existencia.

Se dio la vuelta sin decir nada más y cerró una pesada puerta de acero, dejándome sin palabras, con la mirada baja, las lágrimas bajando de mis mejillas y mis palmas sangrando por enterrar mis uñas en estas.

Agradecí que él no se hubiera tomado la molestia de quitarme la ropa, porque en ese sótano hacía un frío que calaba los huesos.

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Narrador Omnisciente

—No le den comida ni agua hasta mañana en la tarde —dijo Illumi a un sirviente que estaba parado junto a la puerta del sótano.

—Sí, señor —respondió con la cabeza gacha.

—Y no la dejes salir. Vigílala. Si logra irse, te haré responsable.

Después salió de la casa y no regresó hasta el día siguiente. Mientras estaba fuera, Ume se quedó hecha un ovillo en aquella habitación, luchando por no morir de frío ni de tristeza.

—Kurapika, si llego a salir de aquí, sólo deseo verte y besarte una vez más, después de eso no me importa qué más me pase. Sólo quiero verte antes de morir.

Había pasado por tantas cosas en tan poco tiempo, y después de aguantar todo eso, llegó a derrumbarse.

En esa pequeña y fría habitación sólo se oían sus gritos, insultos y llanto. Y la única persona que fue consciente de eso, era el mayordomo que se había quedado cuidando fuera.

Había estado preparado para ser cruel, pero al escuchar el llanto desgarrador de Ume, se sintió terriblemente triste y apenado. No había sido la primera vez que escuchó a Ume llorar, pues después de la primera vez que Illumi abusó de ella, le ordenó al mayordomo vigilarla para que no atentara contra su propia vida, y ahí escuchó sus sollozos por gran parte de la noche.

●☆●☆●☆●☆●

Ume sólo pudo dormir tres horas debido al frío y al miedo a cerrar los ojos y que al abrirlos se encontrara con su esposo.

Mientras más avanzaba el día, más soportable era el clima en el sótano. No llegaba suficiente calor, pero al menos el frío ya era más soportable. Y después de horas interminables en ese encierro, la puerta de abrió y por esa entró el mayordomo.

—El amo Illumi ordenó que comiera y se arreglara para irse, señorita —dijo, evitando mirarla directamente.

A Ume le costó levantarse del duro y frío piso, y le costó aún más caminar, pues sentía punzadas de dolor en sus caderas. Ni siquiera la primera vez que Illumi la tomó le había dolido tanto.

Caminó con dificultad y lentitud hacia la habitación y se encerró.

Una vez dentro de la habitación, dejó salir un largo suspiro de satisfacción. La diferencia de pasar de una muy baja temperatura a una cálida, le daba una placentera relajación a su cuerpo. Pero luego de haberse relajado, el hambre la invadió.

Se apresuró a cambiarse para luego bajar a la cocina y prepararse algo.

Faltaba poco para que Illumi regresara por ella, y luego se irían a quién sabe dónde, pero sería fuera de la montaña Kukuroo, lo que le daba una oportunidad de escapar. Armó un plan en su cabeza mientras sacaba ingredientes del refrigerador para hacerse algo de comer, estaban tan concentrada en eso que no notó al sirviente detrás de ella hasta que carraspeó la garganta, haciéndola saltar y ponerse en guardia de inmediato.

—Me disculpo por asustarla, señorita.

—A-ah, no importa. C-creí que era... No importa. ¿Qué necesitas?

—Vine a decirle que ya preparé su comida, sólo hace falta calentarla. Tome asiento y en un minuto la tendré lista.

—No es necesario. Aprendí a cocinar desde pequeña.

—Insisto, este es mi trabajo como su sirviente. Por favor, tome asiento.

—Está bien...

Tomó asiento aún dudosa.

Ume estaba acostumbrada a ser servida en la casa de sus tíos, pero desde que se casó con Illumi, todos los sirvientes la vieron como alguien inferior, alguien a quien no valía la pena servir. Y entonces ese hombre la trató con amabilidad y respeto, incluso le hizo de comer.

—¿Eres nuevo aquí? No recuerdo haberte visto desde que llegué.

—Soy nuevo sirviendo en esta casa, pero llevo muchos años sirviendo a la familia Zoldyck.

—¿Illumi te dijo que me cuidaras?

—Me dijo que la mantuviera vigilada.

—¿Entonces por qué te preocupas por mi comida?

Elliot sonrió cuando en su mente apareció la cara de su amada hija.

—La señorita aún es joven y ya ha pasado por tantas desgracias. Estar encerrada en ese sótano debió acalambrar su cuerpo, así que es mejor que descanse todo lo posible antes de irse.

—Gracias —susurró.

No se podía cambiar la situación de Ume, ya que eso lo pondría en riesgo a él y a su familia, pero al menos podía hacer que su estancia en esa mansión fuera más amena.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 |Yᥲᥒdᥱrᥱ Hιsokᥲ, Yᥲᥒdᥱrᥱ Iᥣᥣᥙmι, Yᥲᥒdᥱrᥱ Chroᥣᥣo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora