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Ume Ikeda

—¡¡Tío!! ¡Despierta, tío! ¡Por favor!

A pesar de lo mucho que me jalaba, Illumi no me soltaba.

Me volví más desesperada al ver el gran charco de sangre que se formó debajo de mi tío.

—¡Sálvenlo! ¡Aún puede vivir! ¡Por favor, ayúdenlo!

—Illumi, controla a esa mocosa —ordenó su madre.

Illumi soltó mi brazo y esta vez me jaló del cabello. Hizo que quedáramos cara a cara y me dio una cachetada y un rodillazo en el estómago lo suficientemente fuerte para aturdirme y quitarme la respiración.

Me encorvé por el dolor, pero él jaló mi cabello y me arrojó al sillón.

—No hagas un escándalo y guarda silencio —ordenó.

Sostuve mi estómago con ambas manos mientras temblaba.

A nadie en esa habitación le importó mi dolor, incluso la madre de Illumi y Hisoka sonrieron complacidos por eso.

—Procedamos con lo siguiente, el juez ya nos está esperando —dijo Kikyo—. Prepárenla rápido. —Chasqueó sus dedos y tres mujeres con traje se acercaron a mí y me agarraron de los brazos para jalarme hacia algún lugar.

—¿Qué están...?

—Te ayudarán a asearte y vestirte para la boda —respondió.

—¡N-no, suéltenme!

Las chicas no se inmutaron con mis palabras ni mis jalones y terminaron llevándome a una habitación donde me desnudaron y bañaron muy minuciosamente. Lavaron lugares que nadie más que yo había tocado antes y después me vistieron y peinaron a la fuerza.

Me pusieron un vestido ligero de color blanco con hombros descubiertos. La falda era corta del frente y larga de atrás, y me pusieron unas medias blancas transparente que estaban a mitad del muslo. Las zapatillas tenían un tacón alto y delgado, y el peinado era un simple chongo.

Mientras me vestían, yo peleaba, incluso llegué a romper el velo que habían traído, así que ese ya no lo pudieron usar. Sin embargo, esas mujeres eran demasiado fuertes y entre dos pudieron contenerme para que la tercera me terminara de vestir.

Cuando terminaron e hicieron que me parara para salir de la habitación, casi me caigo debido a que nunca había usado tacones tan altos, por lo que tuvieron que ayudarme a caminar para que no me tropezara.

Me guiaron a través de la gran mansión hasta llegar a un cuarto que parecía ser como otra sala de estar, pero más pequeña.

Escuché a la señora Zoldyck quejarse de lo tonta que era al necesitar ayuda para caminar.

Silva se levantó de su asiento y se acercó a mí, me extendió su mano, la mano que había usado para arrancarle el corazón a mi tío.

Lo miré con mala cara, y lo ignoré, pero él tomó mi mano y me guió —o más bien arrastró— hasta Illumi y el juez.

Illumi vestía sus ropas de siempre y ni siquiera me miraba. Estaba claro que a él no le interesaba nada de esa situación.

Mi tía me habló de su boda, me enseñó fotos y me mostró su vestido cuando yo tenía diez años. Y yo crecí con la fantasía de tener una boda tan hermosa como la de ella y pasar el resto de mi existencia junto al amor de mi vida. Sin embargo, ahora estaba caminando de la mano del asesino de toda mi familia, a punto de casarme con otro asesino. Estaba por convertirme en familia de esos monstruos.

Silva le ofreció mi mano a Illumi y este la tomó desinteresado. Por un momento me pregunté si él de verdad estaba de acuerdo con la decisión de su padre.

El juez frente a nosotros se veía bastante nervioso, probablemente lo hayan obligado a casarnos.

Miré hacia mis pies, pensando en todas las cosas que habían pasado en un tiempo tan corto: asesinaron a mi tía, conocí a Kurapika y me volví su novia, Jonah fue asesinado, me secuestraron, Kurapika me rescató y luego volvieron a secuestrarme, mataron a mi tío frente a mis ojos y me estaban obligando a casarme. Era demasiado para procesar.

Volteé hacia Illumi cuando lo sentí apretar mi mano.

—Firma. —Me extendió una pluma y señaló el acta de matrimonio.

Vi que habían tres firmas en ella, dos eran de testigos y una de Illumi, sólo faltaba la del juez y la mía.

Jalé mi mano y volteé la cabeza.

—No lo haré.

Oí a Kikyo y a Milluki suspirar con frustración, y el juez se había puesto más nervioso por mi negativa.

—Se necesita su firma para poder seguir con el proceso de...

—Dije que no voy a hacerlo. No importa cuánto me torturen, jamás me casaré con él.

—No te torturaremos a ti, aún nos quedan personas que podemos usar para obligarte —habló Illumi sin sonar enojado ni feliz, sólo indiferente.

—¿Matarás a tu propio hermano? ¿O prefieres matar a Gon o Kurapika y ganarte el odio de Killua y Hisoka? ¿Crees que Killua llegará a perdonarte cuando se entere de eso?

—Su odio será temporal. Él y yo somos familia. No me importa ganarme su desprecio.

Lo miré con furia y le arrebaté la pluma.

Mis lágrimas cayeron sobre el papel, y con la mano temblorosa, firmé el acta. Después, el juez también la firmó y el proceso había concluido.

Traté de recordarme a mí misma que sólo era un papel sin valor, pero odiaba la idea de que me hubieran quitado mi fantasía de esta manera.

—Los declaro marido y mujer. Felicidades.

Ni Illumi ni yo nos movimos ante esas palabras, no había alegría en ninguno de los dos, y fue entonces cuando Kikyo carraspeó la garganta e Illumi me tomó de la mano con algo de rudeza y me empezó a jalar hacia su familia.

Silva se levantó y me sonrió, no era una sonrisa de alegría, más bien era una de victoria, y su esposa se quedó sentada mientras me miraba con desagrado.

—Bienvenida a la familia Zoldyck.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 |Yᥲᥒdᥱrᥱ Hιsokᥲ, Yᥲᥒdᥱrᥱ Iᥣᥣᥙmι, Yᥲᥒdᥱrᥱ Chroᥣᥣo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora