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Los días pasaron tranquilos al lado de Mikasa. Durante nuestra luna de miel, logramos parecer una pareja enamorada.

La atención estaba sobre nosotros, sin importar si solo eran paparazzi, fanáticos, o algún enviado de mi abuela. El mensaje fue claro para todos, estábamos enamorados.

Cada vez que estábamos en la piscina del hotel, las miradas estaban sobre el cuerpo de Mikasa, una joven bella y con un hermoso cuerpo y atributos. Como una joven esposa, vestía trajes de baño con toques inocentes mientras su esposo, un soltero codiciado por varios años, la acompañaba y cuidaba de miradas indiscretas, mientras el hacia suspirar a las mujeres que lo veían.

O al menos eso decía el último artículo que habíamos leído, mientras estábamos en la habitación. Fue tan ridículo como ofensivo la forma de escribirlo, pero al menos todo parecía real.

–Estoy harta, quiero irme– Se quejo Mikasa mientras comía un bote de helado

–Lo siento, todavía falta una semana más– Me disculpe mientras seguía armando una torre con cartas de poker

–La abuela es demasiado generosa– Dijo con sarcasmo.

En el último mes, la relación con Mikasa se había vuelto una linda amistad. Era como una hermanita para mí, una que acordé a su edad, se había enamorado de uno de los meseros del restaurante de abajo. La aconseje con algunas palabras, pero era obvio que el chico sabia que era mi esposa.

Eso la hizo deprimirse un poco, pero sabía que nuestra vida ahora sería esa.

–Erwin, ¿Cómo conociste a Mike?– Pregunto, llena de curiosidad y sobre todo, aburrimiento

–Nos conocemos desde jóvenes, fuimos juntos a la preparatoria– Dije recordando– Pero solo éramos amigos, mi interés hacia el fue solo hasta que volvimos a vernos de adultos

–¿El sabía que eras gay?

–Si, siempre lo admiti claramente.

–¿Y el?

–Mike es... Un caso especial– Reí, aunque no era nada divertido– Su madre lo maltrato de pequeño, lo hacía repetir versículos de la Biblia donde se hablaba de castigar a los pecadores. Era un homofobico de primera, esa fue la razón por la que nos conocimos. Un día discutí con el en clases pero... Nos volvimos amigos.

–Aun así se hicieron novios– Dijo suavemente, pero no era nada de eso

–Es algo más complicado, que no debería contarte– Dije acariciando su cabeza

–¿Solo era sexo?– Pregunto emocionada, haciendo que me atragantara

–¡No!, No es eso... ¿Por qué hablas de esa forma?

–Lo siento– Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, pero siguió mirándome espectante

–Deje de ver a Mike al salir de la escuela, me fui a una universidad en Londres mientras el siguió aquí. Cuando regrese, me hice cargo de una empresa de mis padres y fue cuando una amiga nuestra nos reencontró.

–Eso es romántico

–No, para nada. Cuando volví a verlo era muy diferente, se volvió frío y distante. No le gustaba hablar de nuestra época de estudiantes, después Hange, nuestra amiga, me contó que su madre había muerto y que lo culpaba a el. Su familia lo saco de su casa mientras yo disfrutaba en Londres. Sufrió mucho en el tiempo que no estuve, el banco le quitó todo lo que tenía y estaba desesperado por un empleo.

   –Por eso comenzó a trabajar conmigo como guardaespaldas, trate de ayudarlo pero siempre se negó. Yo me enamoré de él primero, me gustaba desde la escuela y cuando lo vi de nuevo, todos esos sentimientos florecieron otra vez. Pero era imposible acercarse a Mike, así que nunca intente nada con el. O eso trate, hasta que una vez me emborrache demasiado y trate de tener sexo con el

Malos Hábitos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora