10

207 24 10
                                    

La dirección que estaba en el papel era la misma de hace años. Seguía en el mismo húmedo y lúgubre apartamento de cuando lo conocí. Recordaba con exactitud la dirección, muchas veces fui a buscarlo o lo traía de vuelta. Odiaba ese lugar y lo estrecho que era.

Baje del auto después de casi una hora de esperar en silencio. No quería bajarme, no quería hablar con el y escuchar de nuevo sus palabras vacías, pero la curiosidad me estaba atormentando.

Le dije a Mikasa que saldría un momento, ella no pregunto mucho y Levi solo ignoro lo que hacía. Nada me detuvo, ni si quiera el alto que pase. Estaba ansioso por escuchar lo que quería decirme, aunque también estaba la sensación de querer salir corriendo. Todo era demasiado apresurado para ambos.

Subí las escaleras, escuchando mis zapatos hacer demasiado ruido al tocar el suelo. El lugar era demasiado viejo, y aún así Mike seguía estando aquí. Recordaba haberle dicho que era horrible pero nunca me hizo caso, decía que le gustaba el olor a humedad.

Cuando llegue a su puerta, toque dos veces y espere. Pasos apresurados se escucharon del otro lado y después, un mojado Mike me miró sorprendido. Únicamente una toalla envolvía su cintura, y su cabello todavía tenía rastros de espuma.

–Te ves ridículo– Dije suavemente, desviando la mirada de su pecho

–Lo siento, pasa por favor– Entre al pequeño apartamento, mirando todo alrededor.

Todo se veía igual, los muebles no habían cambiado y el ruido que siempre hacía el aire acondicionado estaba de fondo. Su televisión estaba encendida, en un canal que no le interesaba pero que le gustaba tener de fondo. Al mirar de nuevo, por fin descubrí lo que hacía falta.

La cruz sobre su cama había desaparecido

–Sientate donde quieras, voy a terminar de bañarme– Dijo caminando hacia el baño

Sus pisadas resonaron cuando se apresuró al baño, me quedé solo en esa habitación y me senté sobre la cama. Crujió bastante en el momento que lo hice y sonreí, ni si quiera había cambiado su cama. Todo era demasiado igual, llenándome de nostalgia.

–Lo siento por hacerte esperar, ¿Quieres algo de beber?– La voz de Mike me saco de mis pensamientos

Lo mire, vestía una camisa azul y pantalones de pijama. No quería ponerme cómodo, solo había venido a escucharlo y después me iría. No esperaba nada de el.

–Mike, ¿Qué quieres decirme?– Pregunté interrumpiendolo– No tengo mucho tiempo

–Cierto, te espera tu esposa– Dijo rascando su mejilla– ¿Qué le dijiste para venir?

–No es de tu incumbencia– Cruce los brazos, fingiendo sentirme molesto

–Lo siento– Con eso tomo una de las sillas, acercándola a mi– Sobre el bar... Lo siento, no debí hacerlo

–Tambien es mi culpa, así que olvídalo– Sentí mi garganta seca al recordar lo que habíamos hecho

Tuve que llegar a casa y ducharme, para quitar los restos de semen que llenaban mi ropa. Y a pesar de correrme, me masturbe de nuevo pensando en el, en su lengua dentro de mi boca y sus manos tocandome, tan patético.

–Erwin– Dijo agachando la cabeza– Fui un idiota, nunca trate de entenderte y tampoco de entenderme a mi, solo sabía que te necesitaba.

Sus manos comenzaron a temblar, soltó un largo suspiro y me miró, tomando una de mis manos.

–No he podido olvidarte– Sus ojos temblaron, sus labios se abrieron tratando de hablar, pero nada más salió de su boca.

Podía sentir lo nervioso que estaba, el miedo que sentía al mirarme, y aún así lo estaba haciendo.

Malos Hábitos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora