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Me levanté unas horas más tarde, sintiendo un poco de hambre. Cuando salí de la cama, el dolor en mi espalda me hizo quejarme y querer acostarme de nuevo, pero mi hambre era demasiada.

Baje hasta la cocina, y lo primero que hice fue beber un vaso con agua. La casa estaba silenciosa, Mikasa se había ido a la universidad y Levi estaba en la oficina, el silencio era perfecto.

Me gustaba quedarme solo. Era relajante para un hombre tan ocupado como yo, que pasaba su tiempo trabajando.

Saque un plato de comida que habían dejado para mí en el microondas, y comencé a comerlo, eso calmó mi estómago de inmediato.

Escuche la puerta cerrarse entonces, tal vez Mikasa ya había regresado aunque al ver la hora, descubrí que era muy temprano para eso. Todavía faltaban 3 horas para que volviera.

Deje la comida a medio comer y camine lentamente hasta la sala, los pesados pasos de una persona resonaron en el suelo de madera. Estaba listo para golpear a quien sea que entró.

–¡Erwin!– Era la voz de Mike llamándome, me moví deprisa para enfrentarlo, confundido por su presencia

–¿Qué haces aquí?– Pregunté molesto y confundido– ¿Cómo entraste?, ¡Estas loco!

–Queria ver cómo estabas, Hange me dijo que no fuiste a trabajar– Se acercó a mi, y por instinto retrocedí unos pasos

–Pudiste llamar– Dije desviando la mirada de el, me sentía nervioso

Mike lograba que dejara de pensar correctamente, de ser un hombre racional pasaba a ser un estúpido, que temblaba cada vez que lo veía.

–No tengo tu número, no iba a pedirselo a Pieck– Se quedó frente a mi, esperando a que lo mirara de nuevo

–Estoy bien, ahora vete por favor, mi esposa llegará en un rato– Camine lejos de el, regresando a la cocina

Quería alejarme de él, pero Mike me siguió hasta ahí, con pasos lentos. Comencé a sentirme expectante, sentía que su presencia llenaba toda la cocina. La tensión empezó a crecer dentro de mi estómago, una pequeña excitación por el.

–¿Estas bien?– Pregunto acercándose a mi– ¿Te duele alguna parte?

–No Mike, estoy bien. Necesito que te vayas ahora

–¿Por qué?

–Porque te metiste a mi casa como un ladrón, puedo llamar a la policía

De nuevo camino hasta quedar a mi lado, su pecho se acercó al mío, su aliento rozo mis labios. Había perdido ante el de nuevo, con solo un momento de estar a su lado.

–Estaba preocupado por ti, te fuiste sin decirme nada. ¿Sigues tratando de escapar?– Pregunto mientras su mano acariciaba mi mejilla– Te dije que no iba a rendirme, que te quería de regreso

–No puedo hacer eso, nosotros terminamos hace mucho– Dije alejando su mano

–Anoche parecía otra cosa...– Dijo en voz baja, de nuevo comenzó a tocar mi cuerpo, su mano se apoyo en mi espalda y acarició lentamente

–Anoche fue un error, no volverá a repetirse– Mi voz tembló, mientras sentía el calor de su mano quemarme

–Erwin, se que todavía me quieres. Todavía me deseas, deja de fingir que no– Sus labios se acercaron a los míos, cerré los ojos en ese momento, por un pequeño impulso– Déjame quedarme a tu lado, no importa lo que suceda. Deja a tu esposa, se que no la amas, podemos irnos a donde quieras, podemos hacerlo juntos

–No puedo...

–Erwin, se que me deseas, anoche me lo demostraste. Me dejaste tomarte con fuerza, lo sentiste igual que yo, ese placer tan fuerte. Cómo llene tu cuerpo de mi– Se movió lentamente, hasta quedar detrás mi. Sus manos se apoyaron contra la mesa, acorralandome

Malos Hábitos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora