20

161 18 8
                                    

–¡Mike!– Gemi con fuerza cuando volvió a empujar– ¡Me vengo!

–Erwin, ngh, ¡Erwin!– Estaba sujetando mis piernas sobre sus hombros, mientras seguía sacudiéndose contra mi– ¡Aahh, es tan bueno!, ¡Se siente increíble dentro!

–¡No...!, ¡Aangh...!– Volví a correrme, era la tercera de esa noche.

Las sábanas de la cama estaban llenas de fluidos, se sentían húmedas debajo de mi. Mike jadeaba después de haberse corrido, por fin soltando mis piernas y saliendo de mi cuerpo. Tenía que irse a trabajar, y todavía no habíamos cenado.

Habíamos creado una pequeña rutina, que solo me hacía quedar completamente agotado cada mañana durante los últimos 10 días.

Mike llegaba alrededor de las 7:00am, misma hora en la que me levantaba para saludarlo, en realidad se había convertido en la hora en la que el sacudía mi cuerpo para despertarme con una ronda de sexo. Cuando terminábamos, nos duchabamos, donde jugueteaba una vez más con mi cuerpo y después desayunábamos juntos  y me iba

El se quedaba y ayudaba con la limpieza, preparaba la comida para Mikasa, que se llevaba demasiado bien con el, y después se iba a dormir. Yo regresaba alrededor de las 7 u 8 con Levi, lo despertaba para cenar con nosotros y después comenzaba a alistarse para irse.

Volvíamos a tener sexo, nos duchabamos juntos y el se iba a trabajar. Terminaba tan cansado, que dormía profundamente hasta la mañana siguiente, donde se repetía todo y volvía a terminar debajo de el.

Estaba agotado.

Claro que había días donde simplemente pasábamos el rato, hablando sobre nuestro día. Cosa que nunca había hecho con el.

Nunca antes habíamos tenido una conversación tan íntima como lo hacíamos ahora, y eso solo me hacía desear más noches como esas. Más días a su lado.

–Vamos a ducharnos– Me pidió besando mi cuello– Tengo que irme o llegaré tarde

–Tu culpa– Deje que levantara mi cuerpo de la cama, y después entramos al baño– Te dije que se haría tarde, pero no te detuviste

–Mmm, es imposible que me detenga cuando te ves tan caliente– Comenzo a tocarme de nuevo, y tuve que golpearlo– ¡Oye!

–Date prisa, tienes que irte. ¡Deja de tocar mi trasero!

–Una vez más

–¡Que no!

–Cariño...

–No uses esa palabra conmigo, maldito idiota– Aleje sus manos de mi, mientras se quejaba en voz baja– Rápido Mike

A pesar de sus quejas, terminamos y de inmediato comenzo a vestirse para irse. Yo solo me puse ropa ligera, bajaría a cenar con el y después me acostaría para dormir. Yo debía levantarme temprano.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Malos Hábitos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora