Ambos sabían que la privación de alguno de los sentidos causaba que los demás se agudizaran, era una respuesta lógica del cuerpo para asegurar la supervivencia; pero para lo que ninguno de los dos estaba preparado, era para experimentar tal potenciación del placer en cada superficie de su piel, en cada punto erógeno. Fue una experiencia sin precedentes.
Asuka Jadeaba fuera de sí, tan inmersa en las sensaciones que no sentía pudor alguno. Por lo general trataba de no ser tan ruidosa, pero esa noche sencillamente no se sentía capaz de conseguirlo. Sentía a Katsuki más adentro que nunca antes, más caliente, y que él se moviera de forma tan enloquecida empeoraba las cosas. Sus grandes manos recorriéndola se sentían como brasas de carbón en su piel, percibía su voz más gruesa y sexy que nunca, y su pene parecía haber aumentado su tamaño. Sabía que esto último era imposible, pero estar a ciegas le provocaba todas esas impresiones, y Dios, no quería esa noche acabara nunca.
El platino tampoco pudo controlarse, estaba desbordado. Solía ser un poco más considerado, pues siempre había temido ser demasiado brusco con Asuka, ella era la viva imagen de la delicadeza; pero esa noche, oyendo esos gemidos tan lascivos, con su tersa y suave piel ardiendo bajo sus palmas, su exquisito aroma envolviéndolo como un afrodisiaco, sintiendo su interior tan estrecho, tan cálido, tan resbaloso, le había quedado imposible refrenar la euforia que sentía, y cuando ella le rogó que fuera más rápido y más duro, la bestia que siempre estaba controlada en su interior se desató, haciéndolo gruñir y resollar como nunca se lo había permitido.
—Joder, Asuka, me voy a correr. —Exhaló con voz gutural, respirando a toda marcha. El sudor escurría por su piel a fin de tratar de controlar el calor que su cuerpo emitía.
—¡N-no! Un poco más... un poco más Katsuki. —Respondió ella sofocada, también profundamente acalorada, pero un apretón de su interior llevó al borde al cenizo.
—Mierda, mierda, joder. ¡No creo... que pueda! —Bufó desesperado, tratando de aferrarse a algo, a lo que fuera para aguantar, pero estaba perdido.
—Katsu, un poco más... ¡Un poco más! —Gimió la albina enloquecida, y sólo bastaron unos segundos más para que gritara de gozo alcanzando el tan esperado clímax, que explotó dentro de sí dejándola completamente aturdida. Su interior vibró y se contrajo de forma increíble, alargándose más de lo que había experimentado jamás. Fue tan intenso que por un momento pensó que iba a volverse loca de placer.
El platino se le unió moviéndose como un poseso, bramando aliviado de poder dejarse ir, experimentando uno de los mejores orgasmos que había tenido hasta el momento, y disfrutando de cada segundo como si su vida dependiera de ello, no dejó de moverse hasta que todo acabó, dejándolo sin un gota de energía en todo el cuerpo.
Cuando ambos cayeron rendidos sobre el colchón, respiraban tan agitadamente que los resuellos se escucharon por largo rato, haciendo pensar a cualquiera que los escuchara, que habían terminado de correr la maratón más larga de su vida.
Aún sin deshacerse de sus vendas, Bakugō usó sus últimos rezagos de fuerza y buscó el rostro de su chica para poder besarla, y justo como sabía que iba a ocurrir, aquel beso se sintió más placentero, húmedo y delicioso que nunca. Hacerlo a ciegas era algo que en definitiva iban a hacer más seguido.
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Qué les digo, me encantó escribir este drabble xD Y a ustedes?
Nos leemos mañanaaaaa
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