—¡No! Katsuki, ¡por favor! —Le suplicó la joven águila desesperada, pues era la tercera vez que él salía de ella y no la dejaba terminar, sumiéndola en un estado de euforia que la estaba volviendo loca.
—Dime una vez más lo que aprendiste hoy. —Le ordenó el rubio con tono ronco restregándose contra su trasero, controlando también a duras penas las ganas que tenía de correrse dentro de ella.
—Q-que... que soy... sexy, he-hermosa y... perfecta... y que me amas. —Musitó la chica abochornada, temblando tanto que hasta su voz sonaba afectada.
Un sonoro quejido resonó en su pecho al ser penetrada de golpe una vez más, y como sus fuerzas estaban al límite, sus brazos fallaron y su cabeza cayó al colchón, quedando en una pose que incrementó el placer al punto de hacerla gemir descontroladamente.
—Que te pongas celosa, se siente de puta madre. Pero lo que no tienes permitido es dudar de mí y dudar de ti, ¿entendido? —Masculló Bakugō aferrándose a sus caderas con más firmeza para embestirla certeramente, observando satisfecho cómo sus fluidos vaginales ya escurrían por sus piernas.
—¡S-sí, sí, te lo prometo! Pero por favor... p-por favor, Katsu, no vayas a parar. —Rogó Kiyama entre jadeos, aferrando las sábanas con tanta fuerza que parecía podrían romperse.
—Bien. Voy a dejar que te corras, pero si no gritas mi nombre, te voy a dejar a la mitad. —Le avisó él entre dientes mientras se preparaba, pues quería que ambos llegaran a la vez. Y al sentir cómo el vientre de Asuka empezaba a contraerse de esa forma que ya conocía bien, se inclinó hacia adelante para tomar sus pechos y dejarse ir, experimentando un placer tan poderoso, que un gemido grave se formó en su garganta hasta convertirse en un grito gutural, que pronto fue acompañado por el agudo llamado de su chica y terminó por convertir aquel orgasmo compartido en uno de los mejores de sus vidas.
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Así es mis queridos lectores, es una pequeña continuación del drabble de ayer 7w7
¡Nos leemos mañana!