—Hey, ¿qué coño te pasa? No puedes estar enfadada conmigo. —Declaró Dynamight caminando tras Liberty, pues ella había acelerado el paso con evidente intención de separarse de su lado.
—No estoy enfadada contigo. —Le aseguró luego de unos segundos de mutismo, pero su expresión y su postura tensa indicaban todo lo contrario.
Empezando a irritarse, el platino esperó el momento perfecto para actuar, y en cuanto ambos pasaron por el lado de un oscuro callejón, tomó a su novia por la cintura y la arrastró hasta llegar al fondo, con toda intención de quedarse allí hasta obtener una respuesta.
—Dime ya de una puta vez qué es lo que estás pensando. —Le cuestionó entre dientes, atrapándola entre sus brazos para no darle escapatoria.
La albina desvió su vista a un lado y guardó silencio, pues era totalmente consciente de que estaba actuando de manera irracional y no sabía que hacer ahora.
No era culpa de Katsuki que aquella voluptuosa mujer se hubiera arrancado la ropa frente a él, se le hubiera echado encima y lo hubiera besado como una salvaje. Ella lo sabía. Lo tenía clarísimo; pero aún así, su tonto corazón había quedado afligido, pues la forma parca en la que él había apartado a la muchacha para entregarla a los oficiales, y luego se había ido del lugar sin decir absolutamente nada, la había dejado demasiado desconcertada.
Sabía que se estaba comportando de manera infantil. Esa era exactamente la forma en la que él debió haber actuado, su madurez ante la situación había sido intachable; pero aún así, sus inseguridades salieron a flote al haber esperado más contundencia, más dureza con esa desconocida que lo había atacado frente a ella, pero él había actuado de la forma más tranquila y decente que lo había visto jamás.
—Mierda, Asuka, ¿qué era lo que querías que hiciera? —Cuestionó el héroe adivinando por dónde iban sus revueltos pensamientos, pues la conocía tan bien que sólo con sus expresiones pudo vislumbrar lo que la perturbaba. —Sabes perfectamente lo que hubiera pasado si no me hubiera controlado.
Avergonzada, la joven cerró sus ojos con fuerza y bajó su rostro al piso. Él tenía toda la razón. Ella no tenía ningún motivo para sentirse triste o decepcionada, al contrario, debería estar orgullosa de él, de cómo había aprendido a comportarse en público y manejaba las situaciones que lo alteraban. Era totalmente absurdo sentirse herida por que él no hubiera sido más brusco con aquella desconocida. ¡Tenía que controlar sus emociones!
—Sí, lo sé, Katsu... Sé que no estoy... Yo no debería... Lo siento... es que yo... —Musitó con voz vacilante, sintiéndose tan culpable y frágil que no sabía que hacer, pero no pudo decir nada más pues un fiero beso silenció sus balbuceos, haciéndola temblar con tanta fuerza que sus piernas flaquearon levemente.
La manera en la que él la besó y empezó a tocarla, la hicieron comprender sus intenciones de inmediato, y Liberty no supo porqué, la más potente excitación empezó a invadirla entera, haciéndola aferrarse a su cuerpo con una desesperación y anhelo que hacía mucho no experimentaba.
—Si le hubiera dicho a esa mujer todo lo que se me pasó por la cabeza, me habría metido en un lío gordo. —Gruñó el cenizo empotrándola contra la pared, sacándole un gemido de anticipación que la hizo avergonzarse aún más. —Y luego tú me hubieras reñido por haber sido tan malditamente cruel.
Sus posibles réplicas quedaron silenciadas por otro demandante beso, que casi la hizo obviar la percepción de su ropa siendo desplazada para poder acceder a su cuerpo, pero al ser penetrada sin precio aviso, un sonoro gemido salió de su garganta sin que pudiera controlarlo a tiempo.
—Esa puta no merece ni un sólo segundo de tu atención, maldita sea, ¿por qué tengo que decírtelo? —Bufó Dynamight apretando los glúteos de su chica con fiereza, haciéndola jadear. —¿No te he dejado claro mil veces que tú eres la única mujer de todo el puto el mundo que puede tentarme? Joder, creí que sabías el poder que tienes sobre mi. —Le increpó, empezando a embestirla de una forma tan salvaje que todo pensamiento coherente se desvaneció de su mente. —Eres... la mujer más sexy... hermosa y perfecta... del jodido universo... Nadie... te llega ni a los talones... ¡Nadie! —Rugió, y empezó a moverse de tal forma, que Liberty tuvo que sostenerse de la pared para no venirse abajo. —Cuando lleguemos... al maldito apartamento... te voy a demostrar qué pasa... cuando dudas... de lo que siento por ti. —Amenazó con ojos brillantes como brasas, y antes de que la chica pudiera pensar en qué significaba aquello, un poderoso orgasmo empezó a alzarse en su interior, haciéndola gemir tan fuerte que el platino tuvo que enredar sus lenguas en una fiera batalla para apaciguar un poco el ruido que estaban haciendo.
N/A