Asuka nunca imaginó lo que implicaba haber decidido compartir su vida con un hombre lobo. Era cierto que, salvo por las grandes orejas negras y la larga cola platino, Katsuki se veía como un joven totalmente normal, pero sus apetitos y algunas urgencias físicas definitivamente eran muy peculiares.
La albina jamás lo juzgaría, ella era una mujer águila, también tenía sus propias costumbres y necesidades, pero no podía evitar sentir mucha vergüenza cuando él le pedía ciertas cosas.
Esa noche, se encontraba sentada en uno de los sillones que Bakugō había construído para su nuevo hogar, y justo como le había pedido, se hallaba completamente desnuda, con sus piernas abiertas de la lado a lado dándole al cenizo un acceso total a su intimidad.
Trataba de mantener la cordura y no gemir demasiado alto, pero, ¿cómo lograrlo?, si la larga lengua de él se enredaba en su clítoris saboreándolo de forma intensa, como si se tratara del más delicioso de los bocados. Era imposible.
Sabía que podía detenerlo cuando quisiera. El cenizo se había atado una cadena al cuello y se la había dado mientras se arrodillaba en el suelo, diciéndole que la jalara si algo no era de su agrado, pero como era evidente, esto no había ocurrido ni una sola vez, pues no habría ninguna razón en el mundo que ella pudiera tener para pedirle que parara.
—Ummmth... eres... e-eres un bu-buen chico, Katsuki... —Le susurró con bochorno, en una frase que él mismo le había pedido que dijera de vez en cuando, pero no tenía muy claro por qué aquello le causaba tanta satisfacción.
Verlo agitar su larga cola la hizo saber que no importaba lo que le pidiera, lo haría con tal de verlo así feliz, de entusiasmado, pero cuando sintió como era invadida por aquella traviesa lengua tocando justo su punto sensible, un nuevo grito llenó la cabaña, haciéndola saber que a partir de ese instante ya no podría volver a razonar más.
N/A
Oh sí, oh sí. Bakugō lobo me encanta, pero escribirlo en ese rol de buen chico me fascina 7w7
Espero que a ustedes también.
¡Nos leemos mañana!