Cuando Katsuki nalgueó a Asuka esa mañana, lo hizo completamente por inercia. Simplemente vio su blanco y apetecible trasero y no pudo resistirse, levantó su palma e impactó su mano contra ella; pero la reacción de la albina fue tan inesperada, que todo pareció quedarse congelado unos segundos.
—¿Te hice daño? —Inquirió con la mandíbula tensa y expresión deformada. Había estado seguro de que no había golpeado nada fuerte, pero ahora la duda lo inundaba.
—No. Para nada. —Respondió ella volteando a verlo, relajando su tensa postura de inmediato, logrando tranquilizar al platino. —Es sólo que me tomaste por sorpresa.
Bakugō asintió no muy convencido, prometiéndose que no volvería a hacerlo.
—Pareciera que nunca antes te hubieran dado una nalgada. —Comentó levantándose de la cama, poniéndose su sudadera negra favorita para salir a preparar el desayuno.
—Así es.
El joven detuvo su andar y volteó a ver a su novia, levantando una ceja en señal de pasmo e incredulidad.
—Nunca me habían dado una. —Confesó Kiyama ladeando su cabeza de esa forma tierna que siempre hacía cuando estaba confusa, más luego de unos segundos se sonrojó y sonrió.
Sorprendido, Katsuki se giró del todo y se acercó, preguntándose cómo era posible algo así.
—¿Tu madre nunca te las dio cuando eras una cría? —Cuestionó, pensando ahora que lo más probable fuera que no lo recordase. A veces pasaba por alto que Asuka tenía una memoria de mierda. —Mi vieja me daba unas buenas palizas.
—No que yo recuerde. —Respondió la oji dorada, aumentando el rubor de sus mejillas. —Pero en verdad, yo no sabía que los padres solían dar nalgadas hasta que no llegué aquí y lo vi en televisión.
Bakugō abrió la mandíbula y se quedó perplejo, pero luego de atar cabos y recordar el pasado de su novia, supo que decía la verdad.
Pero entonces, una sonrisa perversa empezó a extenderse en su rostro.
—Eso significa pues que, nuevamente, soy tu primera vez. —Declaró el rubio acercándose para rodearla, viendo encantado como ella se ponía roja como un tomate y se quedaba muy quieta, esperándolo. —Eso me excita.
La joven se estremeció pero se acercó a él, abrazándolo azorada, pensando en que le encantaba que ese fuera el caso.
—He leído que es una experiencia interesante... —Comentó como quien no quiere la cosa, desviando su vida al suelo haciéndola ver aún más dulce.
El rubio sintió el fuego empezar a consumirlo intensamente, mientras pensaba en lo putamente afortunado que era al haber encontrado a Asuka y que ella sintiera lo mismo que él.
—Ven aquí, vamos a ver qué tan interesante puede ser para ti. —Dijo con voz ya deformada por el deseo, conduciendolos a ambos a la cama.
Cuando Asuka se dio cuenta, ya estaba sobre las rodillas de su novio, percibiendo hormigueo en las piernas que no acabó de entender, pero que sabía era preludio de algo que iba a ser muy estimulante.
—¿Lista? —Quiso saber el cenizo, ampliando su sonrisa lasciva.
Ella no fue capaz de responder en voz alta, pero asintió levemente, dando un intenso respingo al recibir casi al instante la primera nalgada, experimentando una sensación que nunca antes había conocido. Y se sintió increíble.