—¿Qué quieres que haga, qué? —Cuestionó Kiyama pasmada, observando cómo su novio se acostaba en la cama y se quedaba quieto, esperándola.
—Quiero que te sientes en mi cara. —Repitió él, moviendo sólo sus ojos para observarla, haciéndola saber que hablaba totalmente en serio.
—¿E-estas seguro? Osea... ¿no es un poco peligroso? —Señaló la oji dorada, sonrojándose a montones con la imagen mental que ya estaba implantándose en su cabeza.
—Es una parte que estoy deseando experimentar. —Reveló el cenizo mientras su maniática sonrisa hacía aparición, consiguiendo que el rostro de la joven se tornara escarlata. —Ven ya, me muero por probarte.
Asuka dudó unos cuantos segundos, pero al ver cómo su novio estaba de excitado, se acercó lentamente con las manos en el pecho, diciéndose así misma que se detendría si acaso sentía que él podría correr algún peligro. Había leído que el ahogo durante el sexo podía aumentar el placer, pero no estaba tan convencida de que fuera cierto para todos.
—Mierda, sí. Ahora, siéntate. —Ordenó Bakugō cuando la chica estuvo ya acomodada sobre su cara, mirando hipnotizado su rosada vagina a pocos centímetros.
—Katsu... no estoy tan segura de esto... —Dijo con un hilo de voz, pero empezando a sentirse muy encendida. Podía percibir la acelerada respiración de él sobre sus labios.
—¿No quieres hacerlo? —Preguntó de inmediato, tomando la cintura de ella para levantarla si era necesario.
—No es eso. Es que me preocupa que tú...
Al saber que la reticencia de ella se debía sólo a su inquietud por él, Bakugō ejerció la suficiente fuerza para hacerla ceder y sentarla sobre su cara de una vez por todas, sacándole un agudo gemido a la chica que no alcanzó a reprimir a tiempo con sus manos.
—K-katsuki, es-pera, n-no presiones tanto. —Jadeó Asuka tratando de separarse un poco poniendo sus palmas en el pecho del rubio, pero él la aferraba con tanta fuerza que ella no fue capaz de moverse ni un milímetro. De hecho, con sus intentos de alejarse sólo estaba consiguiendo que él la empujara con más ahínco. —¡Katsu!
Su lengua empezó a saborearla de una forma tan intensa, que sus reparos empezaron a desvanecerse a pasos agigantados, entendiendo que en verdad él estaba disfrutando y quería que ella también lo hiciera; y pronto, el sonido húmedo de sus atenciones se tornó tan lascivo, que sólo pudo centrarse en su boca succionando su clítoris de esa forma tan exquisita.
N/A
Un poco tarde otra vez... pero aquí sigo, esfrozándome al máximo para cumplir este reto.
Nos leemos mañana!