7.

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Como cada mañana desde que me mudé al diminuto estudio, vuelvo a escuchar la tubería que indica que mi vecino se está duchando. Después oigo sus pasos sobre la vieja madera del rellano y a continuación, bajando las escaleras.

Recuerdo la noche anterior y no me avergüenzo. Juan Pablo y yo estábamos unidos por eso y el destino había querido juntarnos. Quién sabe si todo pasa por algo. Además, al expresar el dolor en voz alta, me había liberado de parte del peso.

Abro los ojos y me los restriego con las manos. Cuando me acostumbro a la tenue luz que se filtra por la ventana, atisbo una cuartilla de papel que mi vecino ha colado por debajo de la puerta antes de marcharse. Me levanto somnolienta, la recojo y la leo mientras preparo la cafetera.

"Buongiorno, principessa!!
Hoy es un nuevo día. Otro más, como cualquier otro y quién sabe si un día cualquiera, -como hoy,- en algún lugar- como aquí- tendrás otra oportunidad.

No importa cómo haya sido la relación. Las separaciones son horribles. Duelen, sigas enamorada o no. Te vas a dormir muchas noches sintiendo que tienes el corazón partido. Como si realmente estuviera vivo, latiendo, diciéndote: ¿qué me has hecho?

Vas a tener nuevas citas, las primeras probablemente sean un asco. Te vas a dar cuenta que todavía la tristeza no pasó. Tal vez tengas sexo pronto. Tal vez no. Te vas a notar extraña tocando otro cuerpo. Te vas a acordar de muchas cosas de la relación anterior, y con los días, las vas a ir olvidando. Te vas a dar cuenta de lo que no andaba bien entre ustedes. Vas a sentir que ya lo habías visto, y que no te había importado. Vas a querer llamarlo. Vas a desear mirar sus cartas, ésas que tiraste en un ataque de rabia. Te vas a odiar, vas a angustiarte, el mundo te parecerá estúpido. Tal vez te sientas identificada con la letra de un reggaeton. Ahí vas a asumir: toqué fondo. Y entonces, vas a mirar para abajo, y te vas a dar cuenta de que no. De que hay otros fondos.

Te vas a poner muy linda. No físicamente, o también. Vas a cambiar. Créeme. Puede que hagas alguna locura. Sal a la calle. Vete a fiestas y baila como si nadie te estuviera viendo. Aunque esa voz interior que intenta boicotearte te diga que no, que te cortes. NO LA ESCUCHES.

Vas a decir que el amor es una estafa. Que no vas a amar nunca más. Porque no quieres sufrir. Vas a saber que te estás mintiendo. Porque te estás curando. Y si para ello tienes que comer compulsivamente chocolate o helado, hazlo.

Vas a llorar. Cuando te des una ducha. Cuando te levantes. En el autobús. En el baño del trabajo. Antes de dormir. Durmiendo. Vas a descubrir que perdonar es la única manera de soltar. Y una mañana, de verdad, una mañana vas a abrir los ojos y te vas a sentir rara. Te vas a tocar el pecho. Tu corazón va a estar latiendo, tranquilo. Quédate escuchándolo. Está diciendo: Gracias. Ya pasó. Estoy listo, cuando quieras, para que quieras otra vez.

Ánimo. Tu amigo y vecino, V."

No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que acabo de leer. Ríos de lágrimas anegan mis mejillas. ¿Cómo ha podido describir con tanta exactitud mi terremoto interno? ¿Era lo que él también experimentaba? ¿De dónde salía un chico como él? Y lo más importante, ¿por qué firmaba como 'V'?

El Misterioso Chico Que Cena ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora