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Querida Mai,

Sé lo desastre que eres con el celular y tras varios intentos fallidos de comunicarme contigo por la vía millenial, lo intento por un medio más boomer, que además creo que le gusta más.

No imagina la falta que me hace acá. Extraño su sonrisa, su conversación, sus notas por debajo de la puerta... Extraño el aroma de su cabello mecido por el viento, el sonido de su voz y esa mirada transparente que se me clavaba y parecía leerme todos mis más profundos secretos. Extraño la vida sencilla, las clases a mujeres desahuciadas y ser un vecino más del barrio, retratando sus calles adoquinadas y llenas de encanto.

La vida acá es diferente. De extremos. De todo o nada. Estoy aprendiendo mucho de música y eso es algo que valoro, escribo letras de canciones con Isaza y brotan de una manera desconocida, pero siento que me tratan con condescendencia. Y eso es algo que no soporto. Siento que este no es mi lugar, aunque creo que ningún lugar será mío lejos de ti. Perdone este alarde de sinceridad. No me lo quería guardar y no creo que deba avergonzarme por hablarle desde la verdad que me quema dentro.

La banda está preparando nuestro primer concierto -al menos, mi primer concierto- y eso me pone nervioso. Es salir a tocar, pero también implica muchas otras cosas para las que no me siento preparado. Reconozco que estoy asustado. ¿Soy un cobarde?

Lo mejor de todo son mis papás. Este hombre y esta mujer tan maravillosos a los que estoy volviendo a conocer y que tienen una paciencia que nadie se imagina. Me siento pequeño ante tanto amor. Ojalá los conociera. Estoy seguro de que se llevarían bien.

Querida Mai, ojalá estuviera acá, conmigo. Su presencia me inspiraría confianza. Espero que no se olvide de este aprendiz de todo y músico en mis tiempos libres. Y sobre todo, no olvide cuidar de esa pequeña parte de mí que se quedó allá, contigo, en ti.

Su amigo y vecino, que la quiere,

V.

El Misterioso Chico Que Cena ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora