El Misterioso Chico Que Cena Conmigo

24.

* He estado mucho tiempo sin escribir. No me estaba sintiendo cómoda con la historia ni con los personajes. Por eso he eliminado parte de los capítulos y procedo a reescribir con las ideas más claras. Es época de vacaciones y no podré escribir muy seguido hasta agosto, pero no quería alargar más la espera. Perdonadme la tardanza y dejo un pequeño capítulo para reiniciar. Gracias por leer!!!

El diminuto habitáculo que llevo ocupando los últimos tres años se me hace más oscuro, lúgubre y silencioso que nunca al regresar esta noche. Podría haberle propuesto a Villamil mil planes con tal de alargar el momento en su compañía, pero la verdad ha caído sobre mí como una losa y soy incapaz.

Y la verdad es que le quiero. Y es un sentimiento nuevo para mí. Es más que atracción. Es más que amistad. Es diferente a lo que experimenté con César. Es algo que me inunda. Y aunque el apego desee que permanezca a mi lado, sé que necesita volver. Arreglar su vida rota y fragmentada. Que encuentre su camino.

Igual que sé que no es para mí. No sólo porque él está enamorado de otra persona, sino también porque sé que yo nunca podría tener una relación estable con alguien con su éxito y estilo de vida. No podría aceptar una vida a lo grande: con fama, dinero... No es para mí.

Siempre me quejo del agobio por llegar a fin de mes, pero - reconozcámoslo- me gusta estar en la cuerda floja. Me produce adrenalina y me enseña a tocar el suelo, a estar en contacto con la fragilidad de la vida.

He estado a punto de decirle lo que siento. Bendita prudencia que me ha detenido. Mi afición por ser totalmente clara no habría ayudado en este caso. ¿De qué hubiera servido? Él es un hombre enamorado, que se marcha y que no es para mí. Pero estaré siempre para él. Seré su amiga. Su refugio cuando lo necesite.

Adiós, Juan Pablo Villamil, vuela libre y sé feliz.