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El apartamento donde conviven los chicos es enorme. Se encuentra en una octava planta en la zona de más caché de la ciudad. En la planta baja hay grandes zonas verdes en perfecto estado. También cuentan con cámaras de seguridad y vigilante.

El ascensor es amplio y luminoso. Casi ni se le nota ascender. Y llega al octavo en un momento.

El apartamento está dividido en un par de plantas con escalera interior. Isaza tiene allí su estudio.

- ¡¡¡Villacooo!!!!- grita Martín cuando le ve. Se abalanza sobre él para abrazarlo.

Simón se dirige a mí con más calma y me besa la mejilla.

- Qué bueno volver a verla, Mai. ¿Cuándo regresamos al cine para debatir sobre los aspectos técnicos? Acá, no tienen ni idea.

- ¿Qué hubo, Mai?- me saluda Martín.

- ¿Qué van a tomar, perros?- pregunta Isaza.

Todos quieren cerveza.

- ¿Tienes vino?- me atrevo a pedir.

- Les hablé del gusto de la dama por los buenos vinos- comenta Villa, abriendo una cerveza y tendiéndosela a Simón.

- Es mi único vicio- añado.

- Permíteme que te recomiende. ¿Chardonnay de 1999?

- ¿Chardonnay? ¿En serio? ¡Probémoslo! ¡Pero no quiero acostumbrarme a la buena calidad!- río.

Isaza me acerca una copa y él toma otra.

- Brindemos. Por...

- Porque he vuelto con Gaby.- termina Villa.

Hay un momento de silencio.

- ¿Cómo así?- lo rompe Martín.

- Cuente, perro, cuente- le mete prisa Isaza.

- ¿Está acá?- quiere saber Simón.

- Llegó recién esta mañana.

Villamil nos cuenta con detalle su conversación con Gabriela.

- Me ha puesto como condición un empleo estable y buscar otro piso para los dos- dice con tono triste.

- ¿Y cuál es el problema, perro? Es normal. Ella está acostumbrada a eso.- comenta Isaza.

- A mí me gusta mi vida actual. ¿No debería quererme así?

- Ay, Villa. No sea niño. Una relación de pareja necesita de otras cosas. Gaby ha venido hasta acá por usted.- le regaña Simón.

- Mai... ¿qué piensas? No dices nada...

- Bueno... Villa... Yo no la conozco a ella, ni vuestra historia... ¿Realmente te resulta tan difícil la estabilidad? No tienes que cambiar tu forma de pensar, de ser... Sólo te pide una adaptación. ¿Tan malo era tu trabajo anterior?

- Ya, Villaco, ¿por qué no le cuenta?- le anima Martín.

- Tampoco hay mucho que contar... Era músico. Ya te dijo Isaza que teníamos una banda.

- A ti te gusta mucho la música. Tocas muy bien el piano.

- ¡Y no sabía tocarlo! Fue una habilidad que ganó tras el accidente- ríe Isaza.

- ¿El accidente?- pregunto asustada.

Se miran entre ellos. Isaza se lleva las manos a la boca como si se le hubiera escapado una información prohibida.

- ¿Qué accidente, Villa?- repito- ¡Confía en mí!

- Confío en ti.- se levanta y se sienta a mi lado- Hace poco más de un año tuve un accidente con el auto. Además de romperme el húmero y casi quedarme sin un ojo por un cristal, perdí la memoria. Todavía no he recuperado los recuerdos. Quizás nunca lo haga. Aunque los conocimientos académicos y músicos los mantengo. Y como dice Isaza, hasta he ganado conocimientos que no tenía- sonríe triste- Te aseguro que daría todo eso por un sólo recuerdo de mi infancia. Con mis padres y mi hermana. Con estos perros...

Le abrazo. No puedo imaginar el sufrimiento que esa situación debe generarle.

- Perros... ¿por qué no vamos al estudio y tocamos unas rolas?- propone Simón

- ¡Buena idea, Monchito! A usted le encantaba que nos encerráramos en el estudio.- Isa anima a Villa.

- Isaza, no soy el mismo.

- No pierdes nada por probar. Imagina que disfrutas. ¿Por qué privarte?- le animo.

Finalmente acepta.

Pasamos al estudio y preparan los instrumentos. Villa elige una guitarra. Simón un bajo. Martín un cajón. Isaza coge otra guitarra.

Tras un rato y varios intentos, se ponen de acuerdo con una canción. Empieza cantando Isaza. Tiene una voz suave preciosa. Pero cuando oigo a Villa, me enamoro. De su voz. Suave, más aguda que la de su compañero y roquita, se rompe en la medida justa para que suene bonita.

Son unos artistas. Cantan pop y baladas. No son mi estilo, pero me siento privilegiada de poder escucharlos en directo. Además, ha habido un cambio en el ambiente. Es como si yo no existiera. Entre los cuatro se ha creado una conexión muy fuerte.

- Sois una pasada, en serio. Me siento afortunada de haberos escuchado. Ahora me tengo que ir. Gracias por esta tarde. Gracias por vuestra hospitalidad.

- Voy contigo. Quedé con Gaby esta noche, después de que hubiese descansado.

- ¿Y tú, Mai? ¿Por qué no te quedas? Prometemos cambiar de plan. Podemos ser muy pesados con la música- me invita Isaza- Yo luego la acerco.

El Misterioso Chico Que Cena ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora