- Ammmm... ¿yo? No, no, gracias- me noto nerviosa- Ya me habéis dedicado tiempo más que suficiente.
- A mí eso me suena a excusa, ¿a ustedes?- bromea Isaza con su típica sonrisa de niño bueno- ¿Tan aburridos somos?
Por un segundo, dudo. Me siento cómoda entre ellos. Son divertidos y me lo paso bien, pero... si Villa se marcha, prefiero aprovechar cada instante a su lado. No se sabe cuándo será el último y sospecho que su novia no tardará mucho en convencerlo para volver a Colombia. Al fin y al cabo, no es tan fácil que le tramiten un permiso de trabajo hasta que pasen tres años.
- Obviamente sí- contesto en tono de broma- En otra ocasión. Prometido. Hoy estoy un poco cansada.
- Listo. Le tomamos la palabra. En otra ocasión será- sonríe Isaza
Descendemos en el ascensor en silencio.
- ¿Te encuentras bien? Estás muy callada.- pregunta Villa
- Estoy bien. Sólo es cansancio- intento sonreír, pero la verdad es que tengo el estómago revuelto ante los últimos acontecimientos.- Tus amigos son muy simpáticos- decido cambiar de tema.
- A ellos también se lo pareces. Isaza no te hubiera invitado a quedarte si no le hubieras parecido agradable.
Llegamos al punto donde nuestros caminos se separan.
- ¿Seguro que estás bien?- insiste en preguntar, agarrándome del brazo y mirándome a los ojos.
- Sí. No te preocupes por mí y disfruta de tu chica.
Él se despide poco convencido y yo me encamino a mi casa con una tristeza que me supura cada milímetro de piel.
Al llegar a casa, me acuesto. No era una excusa el cansancio. Me siento como si me hubieran dado una paliza. Supongo que he perdido la costumbre de salir a correr.
Estoy a punto de dormirme cuando llaman a la puerta. Me extraña. Nadie salvo Villa llama a mi timbre. Echo un vistazo a través de la mirilla. Y efectivamente: es él. ¿Qué hace aquí??
En cuanto le abro la puerta, siento que el estómago me da un brinco y tengo que correr al baño ante la sorpresa de Villa. Me sigue y me sujeta el pelo como lo haría una amiga tras una noche de desfase a las cinco de la mañana. Y me acerca una toalla.
- Lo siento. Qué desagradable espectáculo.- me sonrojo- Pero ¿qué haces aquí? ¿Y Gabriela?
- Antes me dejó preocupado y le dije a Gaby que tenía que venir por si acaso. Y ya ve, no me equivocaba. Correr bajo la lluvia tiene estas cosas.- bromea- ¿Se siente mejor?
- Sí. Estoy mejor. Gracias, Villa. Pero no te quiero molestar más...
Él no me hace caso y me toca la frente.
- Estás ardiendo. ¿Tiene termómetro?- niego con la cabeza- ¿Paracetamol o ibuprofeno?- vuelvo a negar avergonzada. Nunca me pongo mala y de ahí que no tenga botiquín.
Pero Villamil no me lo reprocha. Me acompaña a la cama y me ayuda a acostarme.
- Le voy a traer algo para que le baje la temperatura.
Al poco, vuelve con una caja de paracetamol y un pañuelo sobre el que derrama alcohol y me lo coloca sobre la frente.
Noto que me quedo dormida. Él sigue a mi lado. Le quiero decir que se vaya, pero no me deja hablar.
- Duérmase. Yo la voy a cuidar.
Y con la paz que me provocan sus palabras, me abandono al sueño.
ESTÁS LEYENDO
El Misterioso Chico Que Cena Conmigo
FanfictionQue Juan Pablo Villamil es mi crush sí, pero que esta historia sea sobre el chico del banjo de Morat es otra cosa... ❤