Estoy intrigada, lo reconozco. Quiero saber qué ha pasado entre Villa y Gabriela. Por lo que le conozco a él y la sonrisa de ella, tienen todas las papeletas para que vuelvan a estar juntos.
Siento una pizca de tristeza ¿o es rabia? Debería alegrarme por él. Sin embargo, me había hecho ilusiones de tener un amigo tan cerca y poder quedar cualquier día a cualquier hora... Ahora será más difícil. Él le dedicará más tiempo a ella. Puede que se mude con él. O lo que sería peor: que él se mude con ella y no por aquí, precisamente. Volverían a Colombia y no le vería nunca más. Tengo entendido que esa fue la razón de que cortaran...
La ansiedad por saber me va a matar. En más de una ocasión, estoy tentada a llamar a su puerta, pero no quiero interrumpir. Me había puesto música en los auriculares para no estar pendiente de otros ruidos y ahora me arrepiento. No sé si siguen allí o no.
"Basta, Mai. No te puedes hacer esto. Es su vida. Tu asumirás la tuya con lo que venga. Fue bonito mientras duró", me pongo seria conmigo misma.
Y salgo a correr.
Cae una lluvia fina, mansa, que da un aire melancólico al paisaje. Pronto comienza a llover con más fuerza, pero no doy media vuelta. Me resulta divertido y estimulante notar las gotas de lluvia sobre mí con furia de tormenta. Los truenos no tardan en dejarse oír.
Me suena el móvil. Es un número desconocido. Paro bajo unos porches y contesto.
- ¿Sí?
- ¿Mai? ¿Eres tú? Soy Villamil.
- ¡Villa!- exclamó sorprendida y secándome el agua que se desliza por mi rostro. Me quito la capucha e intento respirar con normalidad. Estoy sofocada del esfuerzo.
- Me diste tu número, ¿lo recuerdas?- me explica como para justificar mi sorpresa.
- Sí. Es verdad. Pero cuéntame. ¿Ha ido todo bien?
- Hemos vuelto. Vamos a intentarlo de nuevo.
- ¡Enhorabuena! Es una excelente noticia. Di adiós al corazón roto- le felicito con fingida alegría- Aunque te noto alicaído... ¿No estás convencido?
- Sí, sí... yo la amo. Pero ella tiene seis meses de excedencia en su empleo allá, en Bogotá... Y a los seis meses, tendremos que decidir qué hacer... Ella buscará un empleo acá y a cambio me ha pedido que yo también busque algo más estable... Me propone regresar a mi actividad anterior... y no sé qué hacer... No la quiero perder...
- ¿Tomamos algo y lo hablamos despacio?- ofrezco.
- Te agradezco. ¿Dónde estás? Puedo acercarme.
- Dame un rato. Salí a correr y necesito una ducha antes.
- ¿A correr? Está diluviando, Mai.
- ¿Me lo dices o me lo cuentas?
- ¿Dónde estás?
- En el centro. Me costará un poco.
- Quédate donde estás. Isaza y los Vargas viven por allá. Te pasarán a recoger en su auto.
- No hace falta, Villamil.
- Te puedes enfermar. Y yo no quiero que te enfermes.- zanja la discusión antes de que se inicie.
Mientras espero a los chicos, reflexiono sobre cómo le puedo ayudar a mi amigo sin que mi opinión personal afecte en mis consejos. No quiero que se vaya. Y no puedo evitar pensar en Gabriela como una bruja que ha aparecido en el peor momento. Si le deja, le volverá a romper el corazón. Y eso, por experiencia propia, es demasiado doloroso. No quiero que Villa sufra.
- ¡Eh, Mai!
Es Isaza quien me saca de mis pensamientos. Va solo en un coche reluciente y plateado. No soy de fijarme en las marcas.
Me tiende una toalla en cuanto me subo. Se echa a reír por mi aspecto.
- Un buen día para salir a hacer deporte, parece- se burla.
- Sí, vi esta tormenta desde la ventana y me dije ¿por qué no?- le sigo la broma.
Él se ríe. Tiene una risa contagiosa.
- Gracias... Ya le dije a Villamil que no hacía falta, pero...
- Insistió. Villa puede ser muy insistente cuando está seguro de algo. Y no se equivocaba. Puedes enfermarte.
- Bah... colombianos debiluchos... Aquí las chicas somos fuertes.
En cuanto llegamos a casa, me meto en la ducha y una vez preparada, llamo a su puerta.
- ¡Cómo nueva!- es mi saludo.
- Estás un poquito loca. Pero eso ya lo intuía- contesta Villa con una sonrisa. La tristeza se ha esfumado de su mirada- Hemos planteado ir a casa de Isaza a tomar algo. No está el día para mucho más.
- Entonces mejor os dejo solos...
- Ni hablar. Usted será mi invitada estrella. Además, los Vargas los esperan a los dos.
Le miro a Villa. "¿Y nuestra charla?, quiero peguntarle.
Pero él todavía no me pilla la señal telepática y sonríe, encantado.
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El Misterioso Chico Que Cena Conmigo
FanfictionQue Juan Pablo Villamil es mi crush sí, pero que esta historia sea sobre el chico del banjo de Morat es otra cosa... ❤