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No esperaba esa pregunta, y mucho menos oírla viniendo de él, era por eso que me sentía en una especie de confusión y bloqueo

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No esperaba esa pregunta, y mucho menos oírla viniendo de él, era por eso que me sentía en una especie de confusión y bloqueo.

—Creo que tu silencio lo aclara todo —dijo él con un reflejo de desilusión en sus ojos—. Pensé que tendríamos algo especial, pero volví a equivocarme.

Sus palabras se clavaron en mi pecho y me sentí culpable, porque ni yo misma sabía la respuesta a su pregunta.

Logan retrocedió un paso, me dedico una mirada inexpresiva y comenzó a caminar, alejándose de mi habitación. Antes de que saliera del dormitorio le tomé del brazo y él volvió su mirada a mí.

—No es verdad, él no me gusta —le asegure con voz firme.

Él reflexiono el significado de mis palabras durante breves segundos y después con su mano libre me atrajo hacia su torso. En cuestión de segundos mi cuerpo quedó a escasos milímetros del suyo, lo cual me hizo estremecer.

—Entonces no lo busques más, no lo persigas y no le hables más, él no te conviene —dijo mientras sus dedos se enredaban en mi cabello—. Estoy seguro de que él si está interesado en ti y no quiero que te haga daño, Hayley. Olvídate de él.

Sus últimas palabras se repitieron en mi mente constantemente.

Yo aspire el aroma de su perfume y rodeé su cuello con mis brazos, al mismo tiempo él posiciono sus manos en mi cintura e inclinó su rostro hacia el mío. Sentí su aliento cálido sobre mi boca y la poca distancia entre nuestros labios desapareció por completo al momento que unió su boca con la mía. No me aparté, me deje llevar y disfrute de la sensación suave de nuestros labios rozándose en sincronía.

Algunos segundos después, él separo sus labios de los míos y me dirigió una mirada espeluznante; aún bajo la oscuridad pude ver cómo sus ojos azules resplandecían igual que un par de diamantes brillantes.

—Permíteme cuidar de ti —murmuró apoyando su frente contra la mía y respirando lentamente.

—Ok, puedes cuidar de mí, pero yo también quiero cuidar de ti —le dije y él sonrió.

Sus dedos fríos y suaves acariciaron mi mejilla y descendieron a mi mentón, no se detuvieron hasta posicionarse en mi nuca.

—Lo pensaré, pequeña —volvió a besar mis labios fugazmente y se apartó ligeramente de mí—. Ya es tarde, nuestra cita puede esperar, ahora descansa y sueña que estoy contigo —me guiñó un ojo con picardía y le sonreí.

—Ok —respondí.

Enrede mis dedos en los mechones dorados de su cabello y atraje su rostro hacia el mío.

—Me gusta tu compañía —susurré a escasos centímetros de su rostro. Besé su mejilla y él entrelazo su mano con la mía.

Mi corazón se aceleró de manera inesperada.

PerdiéndonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora