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Al día siguiente llegué puntual a la plaza

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Al día siguiente llegué puntual a la plaza. Zach y yo habíamos acordado vernos allí e ir juntos al parque de diversiones. Yo me había puesto unos shorts de mezclilla, una blusa floreada y un chaleco azul, también me puse el collar de perlas que Zach me había guardado en la sudadera tras haber corrido juntos bajo la lluvia después de que me sacó de la tienda grotescamente, comportándose como un insensible sin escrúpulos. No quería verme demasiado formal y tampoco demasiado común, pero igualmente deseaba que me viera irreconocible, bella y guapa. Lo sé, ni yo misma sabía lo que quería.

Miré a mi alrededor y esperé que él apareciera por algún lado, sosteniendo entre sus dedos un cigarrillo encendido, con esa sonrisa ligera en sus labios mientras el humo se expande al espacio y se disuelve frente a nuestros ojos.

Me sentía ansiosa y emocionada de verlo, no había dejado de pensar en él desde el día anterior, está sería la segunda vez que nos veríamos fuera del internado y en esta ocasión pasaríamos el resto del día juntos.

Me pasé la mano por el cabello y me apoyé en el tronco de un árbol. Observé con detenimiento a las personas que pasaban frente a mí, algunas caminaban apuradas y otras simplemente se limitaban a ignorarme.

Aburrida, así me sentía.

Transcurría minuto tras minuto y Zach no aparecía. ¿Acaso me dejaría plantada como les sucedía a las chicas en las películas?

Comencé a sentirme impaciente y nerviosa. ¿Zach sería capaz de hacer algo así? ¿No vendría?

Mil preguntas desbordaban mi mente y a cada segundo la confusión aumentaba mucho más.

Transcurrieron tres minutos, diez, veinte, treinta, y él aún no había llegado. Miré el reloj en mi muñeca, ya lo había esperado desde hacía más de cuarenta minutos y no veía ni rastro de él, al parecer no vendría, estaba segura de ello. Me sentía tan enojada, tan triste, dolida y confundida.

Me había equivocado, pensé que se tomaría mi propuesta en serio, pero solo había sido un juego para él, claro que lo fue, me dijo que aceptaba venir para después burlarse de mí.

«¡Qué estúpida fui al creer en su palabra!».

Me volví hacia el camino de regreso, dispuesta a irme, pero a mis espaldas una voz ronca pronunció mi nombre, yo detuve mis pasos y volteé sintiendo los latidos acelerados de mi corazón.

¿Zach estaba aquí?

—Sabía que vendrías... —comencé a decir, pero me quedé callada al darme cuenta de que no era Zach quien estaba detrás de mí, y de nuevo me sentí desilusionada, peor que antes.

—Que coincidencia encontrarte aquí, Hay —exclamó Logan dejando a la vista una expresión de sorpresa.

Fruncí el ceño y miré detrás de él, por encima de su hombro, preste atención a la gente que iba y venía de los puestos al parque, de la calle hacia la playa o viceversa. Estaba casi segura de haber escuchado la voz de Zach, aunque, cabía la posibilidad de que quizás eso es lo que habría deseado escuchar.

PerdiéndonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora