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Zach

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Zach.

Se me venían a la cabeza recuerdos e imágenes borrosas, escuchaba voces lejanas en mi mente, era la voz de... ¿Melodie? También escuchaba mi voz, las gotas de la lluvia golpeando la ventana y veía ¿luces? Iba conduciendo por un camino cubierto de nieve, se escuchaba un fuerte estruendo, sentía un fuerte golpe y después... nada, todo se volvía obscuro.

Abrí lentamente lo ojos, sentía los párpados pesados, me punzaba la cabeza, sentía el cuerpo adolorido y respiraba apresuradamente. Observé a mi alrededor, no sabía en dónde estaba, no recordaba absolutamente nada, ¿qué había pasado?, ¿por qué sentía una extraña sensación en el pecho?

Las paredes eran blancas al igual que las cortinas, la luz del sol entraba por los grandes ventanales de la habitación, no había ruido a excepción del sonido que hacía una máquina que se encontraba a mi lado, tenía vendas blancas en las manos y estaba recostado en una camilla... Un segundo, paredes blancas, vendas en las manos, una camilla, ¿acaso estaba en el hospital?, ¿qué hacía allí?, ¿aué demonios me había pasado?

En ese momento la puerta se abrió y apareció en mi campo de visión una enfermera que iba sosteniendo una bolsa de suero y un par de frascos de medicamentos.

—¿Cómo se siente? ¿Tiene alguna molestia? —me preguntó ella examinando mis signos vitales en el monitor.

—Me duele el brazo y me siento un poco mareado —le respondí aún sin entender por qué me encontraba en ese lugar y porque no podía recordar nada.

—Le daré un analgésico para aliviar el dolor, le aconsejo que descanse y no intente hacer movimientos bruscos —dijo la enfermera inyectando en el suero un líquido transparente—. Esto le ayudará a sentirse mejor —dicho eso dio media vuelta y se alejó hacia la puerta.

Miré al otro lado de la ventana, caían copos de nieve afuera y el cielo estaba teñido de blanco, un recuerdo me vino a la mente, Melodie y yo discutiendo en la carretera, ambos subíamos al auto, yo le decía algo y ella se enfadaba conmigo, yo conducía a alta velocidad, veía pasar los árboles cubiertos de nieve, ella intentaba detener el auto, yo quise impedírselo, pero algo salió mal, las llantas se derraparon a la mitad de la curva, vi un par de luces acercándose a alta velocidad, sentimos un golpe en seco y después todo se volvió obscuridad absoluta.

No, no, no, esto no podía ser verdad, tenía que estar soñando, solamente había sido una pesadilla, no era real, ella estaba bien, tenía que estar bien.

—La chica que iba conmigo en el auto, ¿dónde está? —le pregunté esperando que me dijera que nadie iba en el auto conmigo, pero ya lo presentía, algo iba mal, tenía que enfrentarme a la realidad.

—Tiene que tranquilizarse... —la interrumpí alzando mi tono de voz.

—¿Cómo está ella? —volví a preguntarle sintiendo la respiración acelerada—. Necesito verla —exclamé e intenté levantarme de la cama, pero apenas me incorporé todo comenzó a dar vueltas y a tornarse distorsionado, tuve que volver a sentarme para superar el fuerte mareo, cuando me sentí mejor me quité la aguja del suero que tenía en la mano y miré a la enfermera esperanzado—. dígame si ella está bien, es mi novia y voy a comenzar a preocuparme si no me responde dónde demonios se encuentra.

PerdiéndonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora