La Reina Blanca [Chishiya x fem OC]

2. vivir o morir

El tiempo no juega a nuestro favor
___________________________

A C T U A L I D A D . . .

Lime acababa de salir de otra aburrida entrevista de trabajo. No lo sabía con certeza, pero creía que había ido bastante bien.

De todos modos, aunque llegaran a aceptarla, no pensaba trabajar allí. El hombre que la había entrevistado había prestado más atención a sus pechos que a sus aptitudes. Y la rubia necesitaba dinero, pero no iba a trabajar en un lugar en el que la degradasen como persona.

Así que salió de aquel gran edificio situado al lado de la estación de Shibuya pensando en dónde presentar su siguiente solicitud, cuando vio a lo lejos a un chico subido a los hombros de otro, en medio de la carretera mientras los peatones cruzaban. Podían causar un accidente.

—Qué idiotas—murmuró, dándose cuenta de quiénes eran segundos después—Un momento...—dio un par de pasos hacia allí—Mierda, son mis idiotas.

Al encender el móvil vio que tenía varios mensajes del grupo. En resumen, Arisu por fin se había ido de casa y a Karube le habían echado del trabajo en el bar.

Corrió hacia ellos, viendo como el rubio cargaba a Arisu mientras Chota grababa y los tres reían.

—¿Se puede saber qué estáis haciendo?—preguntó, sin ser capaz de ocultar una sonrisa.

—¡Lime!—los tres la saludaron, y Karube bajó a Arisu de sus hombros.

—¡Ven, sube!

—¿Qué? No, Daikichi, que ni se te ocurra.

Siempre le llamaba así cuando quería sonar amenazante. Y las primeras veces había funcionado, pero el rubio terminó por acostumbrarse a que usara su nombre en lugar de su apellido, como hacía todo el mundo.

Así que no hizo caso a Lime y la subió a sus hombros sin mayor problema.

—¡La cámara!—rió Chota—¡Mirad a la cámara!

—¡Me voy a caer!

—¡Sujétate bien, Lime!

Y entonces la chica se sintió feliz. Acababa de salir de una entrevista desagradable, pero ahora estaba haciendo el tonto con sus amigos sin ser capaz de pensar en nada malo.

Sin embargo, el momento se cortó totalmente cuando el pitido de un coche les hizo darse cuenta de que el semáforo había cambiado a rojo para los peatones.

Karube bajó a Lime de sus hombros, y los tres trataron de salir de aquel cruce por el que ahora circulaban decenas de coches y motos.

—¡Fuegos artificiales!—Chota señaló un punto en el cielo de la ciudad mientras corrían.

—¡Vamos, rápido!

—¡Cuidado!

Un coche azul frenó de golpe cuando ellos pasaron por delante, lo que causó que el vehículo de atrás chocara contra él.