La Reina Blanca [Chishiya x fem OC]

10. niragi

Te dije que te mataría
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ACTUALIDAD...

Lime, Arisu y el Sombrerero llevaban horas caminando. Habían conseguido salir del bosque, adentrándose de nuevo en la ciudad.

Aunque entre un lugar y el otro había poca diferencia.

La vegetación que podía verse días antes se había multiplicado por diez. Las calles estaban cubiertas por alfombras de hierbajos salvajes, y los edificios estaban decorados por miles de plantas.

Costaba recordar cómo era Tokio antes.

Cuando empezó a hacerse de noche, pudieron ver a lo lejos el terreno de juego de la Reina de Picas. Estaba en dirección contraria al centro de la ciudad.

Dado que era completamente imposible que Usagi ganara sola al Rey de Picas, y la J ya había sido derrotaba, era la única figura de ese palo que quedaba.

—Si nos damos prisa podemos llegar—habló la rubia, cuando los tres se detuvieron por un momento.

Empezó a caminar de nuevo, pero la voz de Arisu hizo que parase.
—Lime, espera.

Se dio la vuelta hacia él, confusa.
—¿Qué pasa?

—Quizá Usagi no esté allí.

Ella pareció no entenderle.
—Es la mejor pista que tenemos.

—Sería una estupidez que nos arriesgáramos los tres.

Kayamura ladeó la cabeza.
—No empieces.

—Estoy intentando ser práctico—se defendió el chico.

—¿Yo no soy práctica?

—Sabes que no quiero decir eso.

—No voy a dejarte solo, Arisu.

—Creo que él tiene razón—intervino el Sombrerero, que les observaba con atención de brazos cruzados.

—Tú también no—protestó la rubia.

—Piénsalo, Lime—dijo Takeru—Si queremos matar al Rey de Picas, tenemos que encontrar a los demás. Y rápido. Cada día que pasa ese cabronazo se carga a más gente y es menos posible que salgamos de este lugar.

Kayamura les miró en silencio durante unos segundos, analizando la situación.

Ellos tenían razón. Cada minuto en el que el Rey de Picas seguía vivo, sus opciones de ganar se reducían. Un solo día podía marcar la diferencia.

Y Arisu era muy inteligente. Si había alguien que pudiera ganar un juego solo, era él. Bueno, y Chishiya.

Pensar en el platino le nubló la mente una vez más. Quería buscarle. No podía perder un día en un juego mientras él estaba por ahí solo. Sabía que se las apañaría, pero necesitaba volver a estar a su lado.