La Reina Blanca [Chishiya x fem OC]

12. calidez y tranquilidad

Anhelar el contacto humano
_____________________________

A C T U A L I D A D . . .

Después del juego de corazones, el grupo había conseguido un visado de siete días, lo que les daba un margen bastante decente para pensar en qué sería lo próximo que harían.

Karube estaba convencido de que debían encontrar la playa, pensaba que era la única pista que tenían para tratar de entender qué demonios estaba pasando en Tokio.

Arisu creía que debían quedarse cerca de los juegos, ya que aunque ahora tenían una semana libre, más valía ser precavidos. Además, el pelinegro no creía que la playa fuera una playa de verdad. No era capaz de encontrarle un sentido. Tenía que haber algo más, tal vez algo en lo que no habían pensado.

Lime, por su parte, pasaba las horas tratando de entender qué sentía por Karube y por Chishiya. Puede parecer algo sin importancia, pero la chica realmente lo pasaba mal cuando creía que estaba haciendo daño a alguien. Y no quería acercarse demasiado al platino si Karube iba a resultar herido. Claro que había algo en Shuntarō que hacía que Lime se estremeciera cada vez que le tenía cerca, cada vez que notaba su mirada posada en ella, cada vez que sonreía con esa autosuficiencia tan propia de él...

Tampoco sabía por qué había decidido quedarse con ellos. Creía que se iría tras el juego del pilla pilla, ni siquiera se había esperado verle después de haberse desmayado en el terreno de juego, pero él seguía allí.

Le preguntaba por su ansiedad y su herida de la nuca un par de veces al día, y Lime agradecía su preocupación, pero también le causaba curiosidad. Chishiya parecía alguien muy independiente, que no se ataba a nada y a nadie, por lo que pensó que hacer amigos no le resultaría algo inteligente. Pero él estaba allí, hablando con ella y revisando la pierna de Chota cuando éste se quejaba del dolor.

Claro que no sabía que el platino escuchaba con atención cada conversación que mantenían. No solo sobre la PLAYA, también sus propias teorías de qué había ocurrido en Tokio, y por qué había desaparecido todo el mundo. La mayoría de veces ellos ni siquiera sabían que estaba allí. Esa era su especialidad; ocultarse y observar.

Claro que también prestaba atención a cierta persona, que lograba sin saberlo que la vista del chico se moviera hasta sus ojos cada vez que hablaba, o que entraba en una habitación.

Y es irónico que siendo Chishiya tan ágil analizando a las personas tratara de buscar explicaciones sin sentido a lo que pasaba por su cabeza. Prefería cualquier cosa a afrontar la realidad. Y eso le asustó, porque nunca había sido así.

Justamente estaba reflexionando sobre ello cuando Arisu interrumpió sus pensamientos.

—Yo iré hacia Izu—habló el pelinegro. Estaban todos en el comedor, recién habían terminado de desayunar hacía un par de minutos—Karube puede llegar a Ito en dos días caminando, y Shibuki no tardará más de catorce horas hasta Shonan.