La Reina Blanca [Chishiya x fem OC]

11. ¿te gusta?

La fina línea entre querer y gustar
_____________________________

A C T U A L I D A D . . .

—¿Puedes quedarte?—le preguntó—No quiero estar sola después... de ese juego.

Chishiya asintió con la cabeza, y se sentó en el borde de la cama.
—Claro.

Lime pensó en cómo empezar a hablar. Ni siquiera sabía muy bien por qué le había pedido que se quedara. Después de haber pensado que todos sus amigos morirían, le aterraba la idea de estar sola, aunque solo fueran unos minutos. Todo estaba demasiado reciente. Solo quería llorar para desahogar todo el dolor que había sentido apenas hacía media hora.

La chica sacó la carta de póker de su bolsillo, enseñándosela al platino.

—Siete de corazones—dijo—Tenías razón. No lo habrían superado.

—Lo sé.

—Si no hubiera ido estarían todos muertos.

—Lo sé—repitió Chishiya—Te lo dije.

Lime le miró a los ojos. No hablaba con un tono de superioridad como de costumbre, sino que parecía más bien burlón.

—Pero lo conseguiste—añadió—¿Como fue el juego?

La rubia se recostó con la espalda en la pared antes de responder.

—Tuvimos que ponernos una especie de gafas conectadas a un collar—empezó a contar—El juego se llamaba "El escondite". Uno era el lobo, y los otros cuatro las ovejas. Si el lobo te miraba, pasabas a ser tú. Y el que fuera el lobo al final de la partida ganaba. El resto morían. Había una mesa llena de cosas que podías utilizar como armas.

Chishiya frunció el ceño, pensativo.
—¿Cómo lo hiciste?

—Nos miramos en el reflejo del agua. Intenté quitarme las gafas con un destornillador, pero no funcionó. La verdad es que fue horrible, no parecían ellos...

—Los juegos de corazones cambian a la gente. Los juegos, en general. Haces lo que sea para sobrevivir.

—Creía que ellos nunca serían capaces de hacerme daño... pero me persiguieron—murmuró la chica, en un intento de encontrar alguna lógica a su comportamiento—Karube... él dijo muchas cosas—hizo una pequeña pausa—Creo que me habría matado.

El platino asintió con lentitud.
—Es posible—dijo mirándola—Espera aquí, te traeré algo de cenar.

Chishiya se levantó de la cama, para dirigirse a lo que ellos utilizaban como cocina. Los otros cuatro estaban comiendo unos fideos en el comedor, mientras hablaban sobre la playa.