Al día siguiente me desperté temprano y afortunadamente sin dolor de cabeza. Ella estaba cobijada en mi pecho y eso me llenó de orgullo. La envolví entre mis brazos y la contemplé con atención. Estaba calmada, serena… No obstante, en un determinado momento su ceño se frunció, y a pesar de que creía y pensaba que iba a despertarse, no lo hizo. Se revolvió un poco, se agazapó y se frotó contra mi torso desnudo. La pegué a mí ofreciéndola un poco de calidez. Desconocía que cojones hacía y el por qué lo hacía, simplemente me dejaba llevar. Eso con ella era fácil.
Cada segundo que pasaba a su lado, una angustia crecía dentro de mí. Desde el día anterior no había parado de darle vueltas a ese extraño sentimiento. Caroline Thompson me tenía en la palma de su mano. Bufé molesto al verme vulnerable y frágil. Jamás creí en el amor. Jamás creí poder sentir ni una décima parte de lo que estaba sintiendo. Eso me abrumaba y lo hacía a niveles insospechados. Ella volvió a agitarse y emitir un pequeño quejido. ¿Estaría soñando? Intenté calmarla. Acaricié su rostro e intenté que nada la perturbase. Era un gilipollas y sabía que Jordan estaría encantado de escupírmelo. Él y su estúpida creencia del destino y del karma, podían irse a tomar por culo.
Pasé así los siguientes minutos; abrazándola, observándola, protegiéndola, mimándola…
—Buenos días, Cielo —dijo abriendo sus ojos con lentitud — ¿Cómo estás hoy?
—Perfectamente —aclaré pegándola contra mi pecho.
—¿Llevas mucho rato observándome?
—El suficiente… ¿Con qué soñabas?
Se encogió de hombros. Automáticamente sus brazos bordearon mi cuerpo y sus manos se plantaron en mi espalda. Me tensé, cerré los ojos y suspiré. Ella esperó pacientemente ya que era consciente de que algunos de mis demonios me perseguirían para siempre…
—Cariño, no te muevas —solicité intentando controlar mi furia.
—Te quiero, Cedric.
Como si aquella fuese la única palabra capaz de sanarme, me recreé, como las veces anteriores y finalmente conseguí sonreír. Rompí la distancia que separaba nuestras bocas, lamí su labio superior, el inferior e introduje mi lengua dentro. Ella sonrió gustosa a mi pequeño ritual. A continuación, enroscó su pierna a mi cadera y ella repitió la acción conmigo. Me lamió y lo hizo de una manera completamente tentadora. Gruñí cuando su lengua fue a parar dentro de mi boca y se enroscó con la mía. Rápidamente sentí como mi miembro reclamaba su atención y maldije al saber que no era posible. De pronto, nuestra efusividad se vio interrumpida cuando la voz de mi hermano retumbó en la sala de al lado.
—¡Joder! Debería haber avisado…
—¡Maldición Jordan! —reclamé lanzándole la almohada con todas mis fuerzas — Te juro que un día de estos te mataré.
—¡Eh tranquilo! Os esperaré fuera, no tardéis, hay trabajo que hacer.
Con sorna cerró la puerta corredera y bufé con malestar. Gracias a Dios, Caroline no estaba desnuda. Ella rio hasta que finalmente se atrevió a preguntar:
—¿Por qué todo el mundo entra en el maldito pent-house sin llamar?
—Cariño, créeme que eso se va a acabar.
Antes de levantarme, me hice con mi teléfono móvil y le indiqué a Ezequiel que, antes de que acabase el día, quería que se encargasen de cambiar la cerradura. Me incorporé y ella desvió su mirada al abultamiento que escondía mi pantalón. ¡Lo que daría por poder empotrarla como debía ser! Me enfundé unos vaqueros y salí mientras terminaba de abrochar los botones de la camisa.
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Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅
Любовные романыOscuridad. Destrucción. Sexo. Muerte. Estas cuatro palabras definían mi vida. A decir verdad, eran las únicas que podían representarme. No soy el caballero de brillante armadura, ni pretendo serlo. Me identifico más con el villano de la HISTORIA. Sí...