Capítulo 6

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El camino hasta el pent-house había sido en total y absoluto silencio. Ella ni siquiera se había atrevido a mirarme. En el coche, había jugueteado con las yemas de sus dedos, presionándolas con firmeza de una manera constante. Supuse que no se había dado cuenta de que aquel juego era innecesario, porque ya la había visto temblar cuando me había acomodado a su lado. Me parecía cómico ver como toda su valentía se había esfumado en el momento que había conocido su identidad. Durante el trayecto saqué mi Smartphone y tecleé con rapidez para advertirle a Jordan;

“No quiero que te acerques a ella. Caroline es mi responsabilidad.”

“No te preocupes, esperaré a que te canses de la falsa morenaza para poder probar su hermoso culo.”

“¿Cómo te has dado cuenta?”

“Touché. La manera en la que has respondido sobre el imbécil que le robó su arma te ha delatado.

Tranquilo, tu secreto estará a salvo, pero con la condición de que me digas como es en la cama.”

Estúpido. Guardé el teléfono en mi chaqueta al percatarme que ya habíamos llegado al edificio. Ella avanzó a mi lado con pasos suaves. Al parecer, la habían herido en el costado con un arma blanca y a juzgar por su expresión, el dolor aún persistía. La miré de reojo cuando realizó una mueca y dirigió su mano a la herida. Este mundo cruel no era para cualquiera y esperaba que aprendiese la lección. Ezequiel, se quedó a la entrada del ático mientras que nosotros nos colamos en el interior. Me quité la chaqueta del traje y la lancé al sofá.

—Acompáñame —susurré.

Ella me observó y comenzó a moverse con lentitud a mi espalda. Me dirigí a la puerta corredera de mi habitación y la abrí con gran facilidad. Chasqueé la lengua al darme cuenta de que era la única que había en mi jodido ático e inicié un debate interno para armarme de valor y mandar a la chica lisiada a dormir al sofá. En realidad, valor no era la palabra, pero la poca moralidad que tenía me lo impedía. Finalmente opté por prestarle mi confortable cama un par de días, los suficientes para que ella pudiera recuperarse. Caminé al aseo privado y abrí la llave del grifo…

—Date una ducha, te vendrá bien.

Salí y me topé con ella que estaba inspeccionando el dormitorio. Sus ojos se posaron en el colchón, a decir verdad, se la veía cansada.

—Cedric, ¿no quieres que hablemos de lo que pasó en el club? —preguntó confusa.

—Después —expresé.

Ella asintió, supuse que no tenía fuerzas para debatirme absolutamente nada. Con pesadez avanzó hasta el aseo. Aproveché para perderme en el vestidor y realizar una inspección rápida, buscando algo que poder prestarle. ¡Esto era tan ridículo! Mason me había asegurado de que, al día siguiente, irían a recoger lo poco que tenía Caroline en el hotel, pero mientras tanto, yo debía hacerme cargo. La simple idea de imaginarla desnuda por el vestíbulo me hacía palidecer.

—¿Po… podrías ayudarme con esto? —preguntó mientras me señalaba desde el umbral de la puerta su camiseta cubierta por manchas de sangre.

¡No me jodas! Bufé y me encaminé hacia el lugar donde se encontraba. Mis dedos aprisionaron con inmediatez el dobladillo de la prenda. Su piel se erizó al sentir el roce de mis nudillos sobre su vientre y yo deseé regalarle un poco más de calidez. Con gran dificultad alzó el brazo. Sonreí al darme cuenta de que, a pesar de ser una tarea sencilla, la estaba carcomiendo por dentro. Cerró los ojos y lanzó un quejido cuando la herida le tiro. ¿Era injusto pensar que se lo merecía? Solté la prenda, abrí el cajón y ante su atenta mirada cogí unas tijeras. Sin pensarlo dos veces, comencé a rasgar la camiseta por la zona central. Según fui avanzando hacia la parte superior su pecho comenzó a hincharse aceleradamente, quizá temiendo que el filo de aquel instrumento la perforase… Enseguida terminé con mi cometido y la prenda se abrió con gran facilidad, mostrándome el vendaje que cubría la herida y sus preciosos montículos ante mis ojos.

Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora